Junta de Andalucía
Pimpinela en la Grand Place
Ni siquiera los atentados han sido capaces de quitarle a Bruselas su fama de aburrida. Uno abre la boca en una tasca bruselense y es capaz de contestarle hasta el eco. Son las cosas de la tecnocracia, dicen. Como de malaje Andalucía gasta poco, allá han acudido nuestro presidente del PP andaluz y nuestra presidenta de la Junta a afinar el pito de caña y a enchufar la carraca de feria. Qué ángel los dos en Bruselas, entre los lingotes franquiciados de chocolatinas y el niño meón. Las reacciones políticas provocadas por la visita de los dos primeros espadas regionales a la capital europea, si no han consistido en estrofas encontradas a lo Pimpinela, han exhibido grandilocuencias de tono bíblico. En algún instante dio la impresión de que alguno de los dos, Susana o Juanma, tanto monta, conseguía arrancarle al comisario del ramo la directiva que ordenase de una vez el huso horario español, pues eso, retrasar y adelantar la hora cada seis meses, es lo único que altera el sueño de algunos. Pero no, el viaje ha perseguido metas más sentimentales. Hay quien sostiene que la ¿candidata? Díaz ha sido poco menos que ungida por los sacerdotes como la nueva entidad mesiánica. Otros, en cambio, sitúan la excursión de la presidenta en el enésimo número del libro de visitas de las instituciones comunitarias. Poco se ha dicho sin embargo de la verdadera razón del viaje de ambos. Como era de esperar, Susana Díaz y Juanma Moreno han ido a llevar el color y la alegría, el arte y el desenfado, el ruido y la guasa a la desaborida Bruselas. Las risas contagiosas de las comitivas, empotradas las dos, han sido sentidas incluso en el barbudo barrio de Molenbeek, donde está vedado el chiste. Pero aquí, con mucho ángel, sí, sigue siendo una hora más o una hora menos, según la estrofa.
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