Iñaki Zaragüeta
Podemos, «casta» en cuanto pueden
No seré yo quien desdeñe la proyección de Podemos. Ni siquiera lo hice en el momento de su aparición. En primer lugar, porque sus dirigentes se pertrecharon con los mensajes que muchos ciudadanos querían escuchar. Lo de menos era que puedan cumplirse o no. Lo importante se centraba, se centra, en ahondar sobre los pecados de los partidos tradicionales, hurgar en el enemigo común: el Gobierno, los bancos, la Iglesia, Merkel...
No los menosprecié porque en nuestra nación hay muchos, demasiados españoles cabreados. Por la corrupción, por los incumplimientos del Gobierno, por los despidos, por los ajustes, por la falta de crédito, por el cierre de empresas, por los desahucios, por no tener nada que perder...
El tiempo ha ido desvelando la doble vara de medir, la doble cara de sus dirigentes. De Podemos, digo. Hasta ahora han contrarrestado la ausencia de mensaje, de programa, con la experiencia y el conocimiento de la comunicación. El olor a poder ha dejado a la intemperie sus flaquezas hasta revelar que también ellos, en la medida que pueden, son esa «casta» que tanto denuestan.
Así lo ha demostrado el propio secretario general, Pablo Iglesias, defendiendo a capa y espada las presuntas irregularidades de Tania Sánchez, mientras se muestra intolerante con otros. O Íñigo Errejón, con sus 1.800 euros mensuales desde la Universidad a «distancia» hecha a su medida. O Juan Carlos Monedero creando la empresa con sólo él de plantilla para eludir pagar a Hacienda el 52 por ciento como persona física, que además se embosca en el metro para no ponerse «colorao».
Sólo una pregunta ¿qué dirían de los dirigentes del PP –Cospedal, Floriano...– si fueran éstos los protagonistas de tales actuaciones? Como acostumbran, barbaridades: corruptos, mafia, bandoleros. Lo peor no es que se justifiquen entre ellos, sino que a ellos no se les tenga en cuenta. Sin prisa pero sin pausa, ya son casta. Así es la vida.
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