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Podemos y la parálisis de Madrid

La Razón
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El grupo chino Wanda ha anunciado su renuncia al proyecto de remodelación del edificio España y el abandono de sus posibles proyectos en nuestro país. La razón es la pretensión del Gobierno de la señora Carmena de mantener la fachada de un edificio que llevaba más de diez años cerrado, deteriorado y con okupas, por falta de inversores con capacidad para llevar adelante un proyecto que alcanza también la Plaza de España, uno de los sitios más emblemáticos de la capital.

La decisión es grave para Madrid. También para España. Detrás de la misma y de las actuaciones que se han venido produciendo en los últimos meses está algo más que una discusión técnica o económica, razones éstas con las que se quiere ocultar un planteamiento ideológico que quiere imponer un modelo distinto de ciudad que no se alcanza a ver en su integridad, pero que ya apunta a consecuencias nefastas para la misma y para los ciudadanos. La alcaldesa lo ha justificado diciendo que tan importante como las inversiones es la defensa del Patrimonio.

Llueve sobre mojado. Primero fue la pretensión de eliminar de los contratos de externalización de servicios públicos y de remunicipalizar los mismos, lo que ha llevado, por ejemplo, a que Madrid esté cada día más sucio. Después fue el rechazo al proyecto de recuperación de la zona de Campamento, abandonada y pendiente de ordenar desde hace años, realizado por dos grandes arquitectos, Lamela y Foster, y con una inversión de hasta 3.000 millones por el grupo Wanda. Más tarde, corrió la misma suerte el proyecto de traslado del Estadio Calderón a las instalaciones olímpicas de la Peineta, recuperando esas dos importantes zonas de Madrid. Y estuvo a punto de frenarse la remodelación de Canalejas. Y por último, la negativa a la Operación Chamartín, acordada por todas las administraciones y el propietario, para llevar adelante el proyecto más ambiciosos de modernización de la zona norte de la ciudad.

La decisión que ahora afecta al edificio España está en la misma dirección que las anteriores, y responde a ese modelo paleto, trasnochado, ideológico y sectario de que todo es especulación y beneficio para explotadores.

Todos estos proyectos son fruto de años de trabajo y de la participación de mucha gente, orientados a mejorar estas partes de la ciudad que han quedado abandonadas o sobrepasadas por el tiempo, por el crecimiento de la misma, o por necesidades de la ciudad. Y son necesarios para seguir haciendo de Madrid una ciudad moderna, abierta, cosmopolita, a la vanguardia de las grandes capitales del mundo. Proyectos que suponen grandes cantidades de dinero a invertir en nuestro país, que generan decenas de miles de puestos de trabajo que ayudan a paliar en buena medida las altas cifras de paro que tenemos, y que ayudan a dinamizar muchos sectores económicos en el entorno de ellas, además de modernizar las infraestructuras existentes e incorporar otras nuevas que mejoren los servicios y la movilidad. Proyectos que no se habían podido acometer hasta ahora por la falta de inversores y que ahora sí lo estaban después del trabajo para superar la crisis y generar confianza en nuestro país, en nuestra región y en nuestra ciudad.

Es lo que nos jugamos con estos proyectos, y es lo que estos progres se están cargando. Basta abrir los ojos y la mente al mundo para ver que el progreso y los avances requieren inversión y desarrollo, y que sin ellos, hablar de bienestar, de prestaciones, de calidad de vida, es pura retórica. Basta con mirar Corea, Venezuela y Cuba, países de la órbita en la que se mueven estos señores y que toman como referencia, para darse cuenta de a dónde llevan unos y otros.

Confundir el valor histórico con lo viejo y el patrimonio preservable con el que no lo es, es un recurso burdo para ocultar lo que se pretende, como ya dejó claro el concejal de urbanismo al referirse al rechazo a la Operación Chamartín. Todos los especialistas saben del deterioro de la fachada del edificio España y del escaso valor arquitectónico del mismo, así como del peligro que encierra mantener aquélla durante las obras y las dificultades técnicas que eso tiene, por lo que no se entiende que no se acepte la propuesta de reconstruirla de manera idéntica y con mejores materiales, si no es por la posición ideológica del Gobierno municipal. La Directora General de Patrimonio de la Comunidad lo ha explicado con claridad.

Estas decisiones son muy malas noticias por que el inversor tiene que colocar su dinero, y, si no lo puede hacer aquí, se irá a otro sitio donde sí pueda hacerlo, con el consecuente beneficio para ellos y el perjuicio para nosotros. Los madrileños, en muy poco tiempo, ya están padeciendo los efectos tan nefastos que la gestión de este Gobierno municipal tiene y tendrá.

*Ex presidente de la Comunidad de Madrid