José María Marco

Politización

La Razón
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Con los atentados de Barcelona y de Cambrils, una parte de la opinión pública ha aprendido, con asombro, que las competencias en la lucha antiterrorista en España están descentralizadas y en Cataluña corresponden a la policía autonómica. El hecho no contribuye a fortalecer la confianza en el Estado, en particular cuando la globalización, de la que se habla como una realidad ineluctable y positiva, hace mucho tiempo que llegó al terrorismo, en particular al terrorismo islámico.

La desconfianza, por tanto, no está injustificada a pesar de la excelente actuación de esa misma policía autonómica. Los propios hechos que condujeron al atentado, en particular la investigación de la explosión en la casa de Alcanar, parecen indicar fallos de coordinación. La gestión de la crisis por la Generalidad ha convertido el atentado en el medio ideal para demostrar el carácter estatal de la administración autonómica y, por tanto, la naturaleza nacional de Cataluña. La propia prudencia del Estado, necesaria y digna de elogio, ha dejado el protagonismo a la Generalidad y ha llevado a que se visualizaran dos vías paralelas de acción.

En otras palabras, desde el primer momento, y ya antes del atentado, la política se hizo presente en la secuencia del terror y cabe la sospecha de que ha influido en su interpretación y también ha tenido consecuencias en su desarrollo. Ahora bien, plantear el problema de este modo no conduce a nada, a nada bueno, se entiende. Lo que conviene hacer es intensificar la coordinación y comprobar qué instrumentos tiene el Estado para enfrentarse a partir de aquí a una nueva crisis, como la Ley de Seguridad Nacional (LSN), a la que no se ha recurrido y que está diseñada para casos como este.

La lección política es siempre la misma. Con el gobierno de la Generalidad y los nacionalistas catalanes enclaustrados en su paranoia secesionista, la tarea de afianzar la confianza recae sobre las fuerzas políticas nacionales, que ahora menos que nunca deberían enredarse en diferencias de criterio con respecto a la organización del Estado. La opción nacionalista de politizar los atentados y la lucha antiterrorista es el peor camino posible. Y en contra de lo que parecen pensar los nacionalistas, es seguro que los yihadistas están tomando buena nota de lo que acaba de ocurrir.