Sevilla

Por fin las lluvias

Hay muchos que quisieran estar instalados a pleno sol los 365 días del año. Soy casi como ellos, pero después de tres meses de luz cegadora, ardiente sol y casi sin ver ni una sola nube, este fin de semana otoñal resulta encantador. Lo he disfrutado dejándome llevar por Sevilla. A las diez de la mañana del sábado ya estaba en el centro: peluquería, manicura y otros cuidados, que el cuerpo siempre necesita y todavía más cuando se van cumpliendo años. Calentitos con magnífico café en «Catunambú» de la calle Sierpes. La fina lluvia invita a caminar despacio y sin protegerse, así lo hago. De pronto, la plaza de San Lorenzo, visita obligada y deseada al Señor del Gran Poder, a la Soledad y a la Virgen del Dulce Nombre. Bellísima, instalada en unas parihuelas. Marcho a la Plaza del Museo, en la capilla que tiene como titulares al Cristo de la Expiracion y Nuestra Señora de las Aguas hay función principal oficiada por monseñor Asenjo –curiosidades, en un artículo que saldrá el fin de semana, hablo de la fuerza del número 3–. Con el arzobispo de la Archidiócesis de Sevilla me está pasando algo que pasa por el citado número. Hacía tiempo que no veía a monseñor, de pronto el jueves tuve la oportunidad de conversar con él en Onda Cero, donde había sido entrevistado por Susana Valdés y Chema García. El sábado nuevo encuentro en El Museo y mientras escribo este artículo en el AVE aparece de nuevo don Juan José. Volvamos a la capilla: altar mayor engalanado con un exquisito gusto, la fuerza dramática del Cristo, la belleza limpia y dolorosa de la Virgen de las Aguas... Directamente de la misa al Hotel Gran Meliá Colón, donde se entregaban los premios taurinos Burladero. Allí me encontré a Ortega Cano después de tiempo sin coincidir, lo encontré sereno y presumiendo de hijo con las fotos que lleva. Me alegré mucho de verle así. Aparte de errores trágicos por los que ya ha sido condenado, es una buena persona. Por la tarde, volví a mi infancia y vi salir la procesion de la Virgen de las Mercedes de la Puerta Real. La acompañé emocionado buena parte del recorrido. El domingo, invitado por Loli Reina, fui a la corrida que cierra la temporada. Ambiente de día grande, sólo comparable al gran desencanto. A la Fiesta, sobrada de enemigos poderosos y muy eficaces, le hace falta una especie de concilio taurino que la ponga al día o no va a necesitar ni enemigos para terminar con ella.