Ely del Valle

¿Qué PSOE?

Es posible que en teoría Griñán tenga razón. La gravísima situación de millones de parados, el lastre de una deuda inmensa, y la parálisis de una economía gripada a la que sólo le responden bien las exportaciones, serían más llevaderos con el esfuerzo conjunto de todos. Un pacto, que es lo propone el PSOE, podría ser una solución. Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió con los de la Moncloa, hoy la generosidad no forma parte del ADN de nuestra clase política. La propuesta de acuerdos se fundamenta en que se diga amén a lo que cada uno pone sobre la mesa sin mover una coma, y si se mueve, ya no hay acuerdo. Lo hemos visto en otras ocasiones en las que el ahora principal partido de la oposición ha pretendido, bajo la premisa del consenso, imponer su modelo de gobierno sin entender que se le ha pasado el turno y que la última palabra, hoy por hoy, ya no es la suya.

El principal problema del PSOE en estos momentos, aparte de su impaciencia por retomar las riendas de un país que no supo enderezar cuando tuvo la oportunidad, es su falta de coherencia: todavía no sabe si es monárquico o republicano, si apuesta por un Estado autonómico, federal o nacionalista, si quiere elegir a sus representantes a través de primarias o no, si apuesta por subir o bajar los impuestos, si apoya el actual acuerdo económico con la Iglesia o si opta por romperlo... Por no saber, no sabe ni si quiere a su líder o prefiere cambiarlo.

El PSOE propone un pacto, pero tal y como están las cosas no sabemos qué PSOE apuesta por él, si todo o sólo parte, y en esas condiciones es imposible discernir si su mano se tiende para empujar el carro o para hacer, simplemente, un brindis a su tendido.