Julián Cabrera

«Rauxa» y mayoría silenciosa

Aún no se ha llegado al ecuador de legislatura en Cataluña y la gran apuesta del bloque soberanista de conformar en torno a la referencia de la consulta una mayoría social favorable a la independencia, ni está clara ni ha dejado de renquear.

De puertas hacia adentro y con los sondeos publicados desde primeros de año en la mano, el incremento de la tensión no se ha visto correspondido con un aumento de adeptos al soberanismo; de puertas hacia afuera, el mal entendido «derecho a decidir» no ha recibido apoyos más allá de los Pérez Esquivel o Desmond Tutu, tan metidos en «bolos» post Nobel como desconocedores de la realidad de nuestro país.

A día de hoy, lo que queda es la torticera tendencia a medir supuestas mayorías en metros cuadrados de concentraciones y cadenas humanas y tal vez por ello, sin olvidar que a veces como en Escocia el bombo y platillo del «sí» a la independencia contrasta con el voto del «no» a la misma, convendría preguntarse si en Cataluña existe una mayoría silenciosa real y no testada.

Cabría preguntarse cuántos catalanes viven escépticos ante tanto dislate político; cuántos respirarían más tranquilos si se echa el freno antes de que quiebre y todo se desboque o sencillamente, cuántos aún abrazados al «seny» mientras acuden a su trabajo o levantan la persiana de su negocio continúan atónitos ante el lamentable espectáculo de sus dirigentes?

Me resisto a pensar que una mayoría de catalanes haya abrazado una «rauxa» inherente al argumentario de sus gobernantes de los últimos años, tal vez de ahí mi esperanza de que lo del próximo domingo 9 se acabe acercando a una gran barbacoa festiva más que a un nuevo, imprevisible y azaroso calentón de filamentos.