César Vidal
Recuperar la educación
Decía Diógenes que «el fundamento de todo estado se encuentra en la educación de su juventud». Lo he recordado reflexionando sobre Cataluña. Desde hace décadas, el español es perseguido en la enseñanza y resulta imposible estudiar en esa lengua salvo en centros privados. Semejante conducta ilegal ha sido condenada por el Tribunal Supremo, pero los nacionalistas catalanes han desobedecido. Por añadidura, los distintos gobiernos centrales, tanto de izquierdas como de derechas, no sólo no han hecho nada sino que han permitido que tan dañina conducta se repita en Valencia, Baleares o Aragón. Junto a esa persecución del español en una población que en más del cincuenta por ciento lo tiene como lengua madre ha venido el adoctrinamiento. En las aulas, se enseña a los niños una versión distorsionada de la Historia convirtiendo a España en la opresora de Cataluña y hablando de una nación catalana que jamás ha existido. También se les inculca una geografía ficticia de unos inexistentes Paisos catalans o se les adoctrina para que, como en el referéndum ilegal, actúen como escudos humanos frente a la Policía o insulten a los agentes. En esas clases, también se ha marcado a los niños que se han negado a participar en las actividades ilegales del nacionalismo e incluso se ha humillado en público a los que eran hijos de agentes del orden preguntándoles si les parecía bien que su padre golpeara a la gente. Todo esto ha ido acompañado de una pésima calidad de la enseñanza. Cataluña no sólo está a la cola de España en cuanto a nivel educativo, sino que sigue dando clase en barracones. Y el panorama general es peor. De hecho, de las 199 regiones europeas que aparecen en el Índice europeo de calidad de gobierno Cataluña es la 167 en fundamentos de bienestar y la 165 en la cobertura de necesidades humanas básicas. En otras palabras, a pesar de su inmenso gasto que costeamos todos los españoles, Cataluña se encuentra a la cola de Europa. Si va a emprenderse una reforma constitucional, resulta imperioso recuperar la enseñanza para el gobierno central y gastar mucho menos en un nacionalismo catalán que lo dilapida en sedición y mentira. Como decía Diógenes, la educación de los jóvenes forma el estado y en Cataluña se han ido creando generaciones de fanáticos descerebrados que odian a España.
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