Ely del Valle

Regla de tres

He escuchado en las últimas horas a dos personas que en su día estuvieron vinculadas con Caja Madrid defender con ardor que en sus respectivos casos el sistema de compensación a los consejeros de la desaparecida entidad estaba perfectamente controlado y que, por lo tanto, las tarjetas de crédito que manejaron para cubrir los gastos de representación eran absolutamente legales. No digo yo que no sea así porque hablamos todavía de presunciones, pero a tenor del documento que Anticorrupción ha enviado al juez que investiga el «caso Bankia», una de dos: o estas personas tienen un grave problema para discernir lo normal de lo que no lo es, o son los dos únicos memos que no se enteraron de lo de la «tarjeta black», que por lo visto era como la Oro pero tan a lo bestia que, a juzgar por las cantidades que algunos cargaron, no se descarta que se pagarán de golpe con ella la hipoteca, que es una manera mucho más elegante que abonarla en incómodos plazos mensuales como el resto de los mortales.

Llama también la atención que varios de estos privilegiados se hayan ofrecido, raudos como el rayo, a reintegrar lo gastado en caso de que haya alguna irregularidad, como si el hecho de devolver lo que se ha sirlado cuando te pillan, y si es que te pillan, eximiera al sujeto de cualquier otra responsabilidad. Alucinante. Por cierto, acabo de acordarme del caso de aquella madre valenciana que en 2013 a punto estuvo de pasarse cinco años en la cárcel por comprar pañales y comida para sus hijas por valor de 193 euros con una tarjeta de crédito que se encontró en la calle.

Sólo espero que de confirmarse la sospecha de Anticorrupción, los jueces utilicen la calculadora para hacer una sencilla regla de tres. Ni más ni menos.