Gaspar Rosety

Regreso al oro

España regresa al mejor escenario de su historia. Será un placer especial volver a respirar el frío intenso de aquella explanada próxima al estadio gigante que poblaban los holandeses por decenas de miles. Nosotros éramos menos. Se advertirá una sensación diferente al contemplar aquellas larguísimas carreteras de arcénes terrosos, que servían de caminos.

Presidirá nuestras mentes la imagen de Nelson Mandela, el hombre que obró el milagro de la reconciliación de los surafricanos y la abolición del Apartheid después de vivir 27 años entre las rejas de prisiones infamantes. Recordaremos el barrio de Soweto, donde está la única calle del mundo donde vivieron dos premios Nobel de la Paz, Desmond Tutu y el propio Madiba.

Nos recrearemos en la jugada de Navas, Torres, Cesc e Iniesta, retornaremos con el alma del minuto 116, repasaremos la historia, repisaremos la hierba, revolveremos el aire, retozaremos en el placer único, el éxtasis verdadero, que produce un balón de cuero sobre las entrañas del oro y seremos muy conscientes de que éste era un regreso imprescindible, justo y conveniente, para quedar en paz con los libros de historia y dejar constancia de nuestros valores, los mismos que defendemos con la camiseta, entre los que la solidaridad y la gratitud se tornan irrenunciables.

Suráfrica está integrada en la vida del fútbol español, se desliza por nuestras arterias, por nuestros recuerdos y muchos podrán referirles a sus nietos que, aquel día, estuvieron allí. Llevar la Copa a Potchefstrom adquiere la condición de inolvidable.