Jesús Fonseca

Relajar el austericidio

Haces mal, Europa y, eres malvada cuando así nos tratas. Y haces mal madame Lagart, con tu mensaje verbenero, anunciando hoy las penas del infierno para los españoles, y al día siguiente la senda de la recuperación, dependiendo de cómo te haya sentado tu desayuno con croissants. Lo que precisamos son respuestas y soluciones. No una soga al cuello que, aflojo o aprieto, sin ton ni son. «No se puede seguir ahogando a los españoles con estas políticas de austericidio». Lo ha dicho esta semana, así de claro y muy alto, porque estaba en Villalar de los Comuneros –y allí se habla a campo abierto–, el presidente de Castilla y León. Juan Vicente Herrera no ha tenido pelos en la lengua para denunciar la falta de una estrategia «adecuada y unidireccional» en la Europa de la Unión y para avisar –por si alguien no se enteró todavía– del «crecimiento de una nueva pobreza, que deja en riesgo de exclusión a las capas medias de la sociedad». ¿Pero es que a alguien le cabe alguna duda, a estas alturas del paseo, de que sólo si crecemos se crearán en España puestos de trabajo? ¿Y de que ésto sólo se logrará si somos capaces de liberarnos de todos los vicios y malos hábitos que nos atenazan? Hemos superado los seis millones de parados por primera vez en la historia. La cara más cierta, la más humana, la más dramática de esta hora de España. Entre los españoles crece, de día en día, una rabia contra la austeridad que no presagia nada bueno. Tanta severidad no aprovecha. Lleva a la agitación pública, a la desestabilización. Por algo será tanta unánime coincidencia: el futuro será cada vez más sombrío si la eurozona no es capaz de poner en marcha, en tiempo y forma, una estrategia audaz para el crecimiento.