Escultura

Resistir a la indigencia

La Razón
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Siempre es una buena noticia que una galería renueve y amplíe sus instalaciones. Y si cualquier momento es óptimo para que, desde la iniciativa privada, se activen nuevos espacios para la experiencia artística, más esperanzador resulta que esta labor de innovación y de compromiso se produzca en un momento como el presente, en el que precisamente los establecimientos galerísticos tienden a la desaparición, al empequeñecimiento o a la latencia. De acuerdo con esto, la apertura de una nueva sede por parte de Elvira González constituye un elogiable gesto de resistencia contra la generalizada indigencia actual, a la par que un mensaje prístino a un gremio bastante proclive al victimismo: a la precariedad sólo se la combate mediante el riesgo.

Si hay un sector que se ha visto sensiblemente mermado por la crisis ha sido el de las galerías. Y no sólo desde el punto de vista económico, sino, todavía más, desde la óptica del proyecto cultural en el que se fundamenta su servicio público. De ahí que la iniciativa de la Asociación de Galeristas de Arte de Madrid de, bajo el marbete común de Arte Madrid, sincronizar el «opening» de sus diferentes propuestas expositivas resulte cuanto menos encomiable, sobre todo a la hora de superar un problema estructural que lastra la oferta galerística de la capital: su dispersión. Aunque es cierto que hay calles que tradicionalmente destacan por su concentración de galerías –Barquillo, Doctor Fourquet–, también lo es que Madrid, a diferencia de otras grandes ciudades europeas, carece de un distrito de galerías que aglutine la mayor cantidad de ellas y, por lo tanto, favorezca un recorrido ágil y mínimamente vertebrado para el aficionado. Del mismo modo, el tamaño mediano estándar de los locales ocasiona que el visitante se sienta más «intimidado» e incómodo de lo que, por ejemplo, se encuentra en un museo; algo que, por ejemplo, en las grandes galerías de Chelsea o, incluso, de Londres, Berlín o Zúrich no sucede, habida cuenta de su amplitud. El resultado es que, más allá del día de la inauguración, las galerías han perdido presencia en los circuitos culturales habituales del espectador medio, de manera que, entre sus pocas oportunidades de «conexión social», se encuentran estas «openings» coordinadas y en las que se optimizan todos los esfuerzos individuales. El conjunto siempre es más apetecible que las partes por separado; el «efecto feria de arte» resulta crucial a la hora de generar nueva masa crítica. Y en este sentido, la iniciativa de Arte Madrid se revela como el contexto idóneo desde el que operar una reconstrucción del sector.