Enrique Miguel Rodríguez
Romanticismo otoñal
El 5 de octubre de 2011, con estupendo y bello día, Sevilla se convertía en una ciudad asaltada por todos los medios de prensa nacionales y no pocos internacionales. El motivo del asedio lo merecía. La Duquesa de Alba y Alfonso Díez se casaban después de tener que sortear no pocos impedimentos, el mayor de todos sin duda la oposición de sus hijos. Pero Cayetana no quería la fórmula de seguir compartiendo con Alfonso una vida juntos sin tener un anillo con una fecha por dentro. Como ella comentó irónicamente, no quería «morir en pecado». Negoció con sus hijos y despejó cualquier recelo económico de los mismos. El novio renunciaba a cualquier herencia. Para que no hubiese vuelta atrás, Cayetana repartió en vida todo su inmenso patrimonio. El reparto fue entero para sus hijos. Todos contentos y la Duquesa más que nadie. La boda superó todas la expectativas. Las teles en directo dando todas las imágenes posibles, la llegada de los invitados, la salida del novio del hotel M, él mismo recogiendo a su madrina Carmen Tello... Pero sin duda la apoteosis final fue la salida a la puerta de Dueñas de los novios, una vez convertidos en esposos. El público concentrado en los alrededores jaleaba a la Duquesa como si saliese por la puerta del Príncipe de la Maestranza. Un grupo atacó por rumbitas y a la Cayetana bailaora le faltó tiempo para arrancarse. Estas imágenes se han repetido miles de veces. Luego llegó la vida daria, seguir recibiendo a sus amigos con sus conocidos almuerzos, los viajes, el cine, el teatro o cualquier acontecimiento que valiese la pena. El verano de 2014 marcó un frenazo. Después de la estancia en San Sebastián volvió la pareja a Dueñas y, aunque ella seguía soñando con sus días en Ibiza más el viaje en septiembre a Nueva York, el fin se iba acercando. El 20 de noviembre la Duquesa fallecía y Sevilla se echó a la calle para darle la despedida que hubiese querido. Ahora, cuando se anuncia que en breve Dueñas se abrirá al publico, la ciudad que tanto amó contará con un espacio turístico Cayetana, como en Viena hay un turismo Sissi emperatriz. Se parecían estas dos mujeres en su rebeldía y en la forma de vivir a su manera.
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