Cristina López Schlichting

Santo triduo comercial

«Tenemos un “target” de entre 38 y 52, así que hay que identificar los “highlights” en el “streaming” y repetir las “stories” que los provoquen». Lo juro, lo dicen en mi empresa. Yo me acuerdo en silencio de «los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa», pero esta gente no ha leído a Machado. Hay quien de verdad piensa que hablar en pseudo inglés es más fino, quizá porque jamás ha leído a Cervantes ni visitado la Gran Bretaña. Del mismo modo que importamos idiomas, imitamos también las fiestas ajenas. El Corpus o la Inmaculada han sido perseguidos en España como la peste, en detrimento de Halloween o la Fiesta de Acción de Gracias. Que cambiemos el nombre de la festividad de Todos los Santos puede pasar –al fin y al cabo, celebramos lo mismo, aunque sin Drácula–, pero que festejemos la llegada de los primeros colonos a los Estados Unidos da una risa que me mato. Con el «Black Friday» y el «Cyber Monday» pasa un poquito lo mismo. Que haya un día de súper rebajas y otro de rebajas cibernéticas es cosa estupenda, pero que los comerciantes y clientes nos tengamos que volver locos para escribir el nombre de estas citas anuales, es de traca. Por otra parte, y para subrayar contrastes irracionales, han de saber ustedes que ambas jornadas (hoy viernes y el lunes próximo) enmarcan un domingo de «No comprar nada», una de esas convocatorias misteriosas que configuran un nuevo calendario de «días internacionales» que ha sustituido al antiguo santoral. Hay una jornada del menor, otra del párkinson, una tercera del perro solitario o un domingo de «No comprar nada», en vez de la Candelaria o San Miguel. En fin, ya saben, compren hoy a tope, absténganse el domingo y repitan el lunes el dispendio compulsivo. Es el santo triduo comercial. Que el dinero les bendiga.