PSOE

Sawadogo y los socialistas

La Razón
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Vivir en Burkina Faso no es fácil. Además de una democracia más que cuestionable, con constantes golpes de Estado y represión sobre la oposición, es una sociedad que sufre muchas carencias, una economía muy poco desarrollada. También padece un problema hidrográfico estructural. Varios de sus ríos sólo tienen caudal la época de lluvias, razón por la cual algunas regiones del norte sólo poseen agua, con suerte, durante un tercio del año. La hambruna y la penuria económica obligan a varios cientos de miles de trabajadores rurales a emigrar cada año a los vecinos Costa de Marfil y Ghana. Yacouba Sawadogo no es un científico ni doctor por la Universidad de Stanford en disciplina alguna, es un burkinés que no se da por vencido fácilmente. Por eso, mientras sus vecinos protagonizaban el éxodo rural, él decidió hacer frente al avance del desierto e invertir un rumbo que parecía inexorable. Algunos lo llamaban loco, porque desafiaba la agricultura al uso y se dedicaba a labrar la tierra en época de sequía, en lugar de trabajarla con las lluvias. En realidad, empleaba una técnica denominada «Zai». Mediante este sistema, laborioso y en condiciones de trabajo extremas, consigue cambiar las condiciones de humedad y calidad de la tierra. A partir de la observación de la naturaleza ha conseguido «domar el desierto». Empezó plantando un árbol hace 35 años y el trabajo concienzudo ha propiciado que Sawadogo haya conseguido hacer un bosque en medio del desierto con el que sobreviven sus vecinos. No esperó un milagro, se puso manos a la obra.

El PSOE está en medio de un desierto, desconcertado y paralizado. Se confió todo a que hubiese más lluvias que fertilizasen la tierra, aunque se supiera que eso no iba a ocurrir. Cuando la sequía era asfixiante, algunos celebraron que la previsión era aún peor, por tanto más lluvias de las pronosticadas es un éxito rotundo y, faltó poco, para calificarlas de «resultado histórico».

Al igual que el jefe de la tribu burkinesa, el venerado dirigente no sabe labrar pero se empeña en no abandonar la jefatura.

Perder en dos años 25 diputados o el saldo de los últimos seis meses perdiendo cinco escaños es razón suficiente para dejar paso a otro periodo. El PSOE no puede permitirse perder la última oportunidad antes de que el desierto se lo trague. Necesita un cambio de liderazgo porque el que tiene se ha agotado. Sin embargo, se equivocarán los que busquen un liderazgo que obre milagrosamente sobre la maltrecha posición del PSOE en la sociedad española. Es, nada más, pero nada menos también, que la condición necesaria para la reconstrucción del socialismo democrático. Hace unos días, un ex ministro hablaba de la diferencia entre estar en el PSOE y ser del PSOE. En la situación actual se requiere generosidad con la organización y las ideas socialistas, aparcar las ambiciones personales, frustradas y ceder el testigo, es decir, ser y no estar, que diría el histórico.

Habrá quien no lo haya entendido, quien quiera sobrevivir intentando operaciones tácticas, incluso a alguno se le habrá ocurrido sacrificar al número dos para salvar al número uno y que nada cambie. Es como si a la tribu se le ocurre sacrificar al hechicero por no haber practicado el ritual de la lluvia, cuando el problema es la falta de capacidad para cambiar la técnica agrícola del jefe de la tribu.

Otros están paralizados intentando comprender cómo es que en medio de la campiña haya aparecido una tortuga encima de un poste del alumbrado. También es tarde para eso y los errores, junto a los aciertos, son el acervo de la experiencia que sirve para no volver a equivocarse.

No es momento de atajos, es el momento de aprender de un humilde agricultor llamado Yacouba Sawadogo.