Nacionalismo

Su patria y la muerte

La Razón
La RazónLa Razón

En Euskadi o Navarra los malos asesinaban con balas. En Catalunya los separatistas no matan físicamente, pero promueven la llamada «muerte civil», es decir, el acoso sistemático al que se manifiesta como español, el señalamiento como fascista o franquista a quien se oponga al proceso secesionista, el acecho que se practica impunemente al disidente mediante el linchamiento a través de los medios públicos o subvencionados, en suma, la exclusión social. No es un temor a que te peguen, claro que no, sino pavor a ser apartado de la tribu, a que te digan que no eres un buen catalán y que no cumplas con los estereotipos de la corrección impostada que enseñan en las escuelas y el odio generado con el «Espanya ens roba». Hay miedo a la muerte civil en Cataluña. El efecto divisor y segregacionista de la pulsión nacionalista actúa clasificando a las personas en patriotas y antipatriotas, sin que nadie pueda escapar a esta brutal simplificación que posterga y margina a quienes se niegan a pasar por el aro identitario, y ahonda en la gran división social que se prepara en los próximos meses, olvidando que todos los genocidios que ha registrado la historia tienen una indiscutible autoría nacionalista. Miles de catalanes hemos sido señalados, linchados y acosados desde las cloacas de la Generalitat, mientras la mayoría de catalanes callan por miedo. Yo he recibido el calificativo de traidor por sentirme orgulloso de ser español. Hace un año y medio una asociación fundada por el actual conseller de Justicia, Carles Mundó, presentó contra mí una querella por considerarme un peligroso «botifler», un quintacolumnista y renegado por fundar Societat Civil Catalana. He sido objeto de artículos insultantes escritos por columnistas del régimen. He sido señalado como colaboracionista por editar, dicen, falsos vídeos fascistas. Recibí una querella acusado de haber insultado al payaso Toni Alb. Mi residencia habitual ha recibido visitas de los ultras separatistas, en forma de pintura, petardos y simpáticos escritos amenazantes. Hicieron una sesión monográfica en el Parlament para reprobar un premio europeo recibido. He sufrido escarnios públicos en mi ciudad natal con concentraciones de «demócratas» acosando mi entorno personal. He sido objeto de insultos muy graves desde TV3 por un elemento a sueldo del régimen, desde un programa que se dedica a hacer alabanzas a asesinos de Terra Lliure. He recibido decenas de correos amenazándome por traidor a su patria. He sido objeto de llamadas anónimas vejatorias –mi teléfono y el de mis padres se han publicado en muchos medios separatistas–. Mi empresa recibió miles de llamadas y mensajes exigiendo que me despidiesen. Mi familia ha recibido recomendaciones de todo tipo para que nos marchemos de Cataluña y dejamos de perjudicar al «pruces». Todo muy pacífico, divertido, popular, democrático, espontáneo y patriótico. De la patria de Mas, Pujol y Puigdemont, su patria.

Pero algo ha cambiado en Catalunya. Hemos perdido el miedo y somos muchos los traidores a su patria. ¿Y tú?