Cristina López Schlichting

Un pulso desagradable

Entró en antena como una tromba. El domingo en «Findesemana de Cope» Esperanza Aguirre tenía ganas de contar lo que contó. Planeaba acudir hoy a Telecinco, pero adelantó la información, con una simple llamada en pleno editorial. Le molestaron los titulares de la prensa mal informada. Es la forma libre de actuar de quien recuerda a Margaret Thatcher o Angela Merkel.

«No soy un monigote. Si convocan una gestora para Madrid, yo no soy candidata. Se lo dije bien claro a María Dolores». Este indudable animal político explicó la presión a la que la sometieron el viernes pasado Cospedal y Mariano Rajoy: «Si valgo para candidata no puedo salir por detrás de la presidencia del partido. Pero esto qué es». Los hechos sucedieron exactamente así. La secretaria general llamó a Aguirre y le planteó el trato: la candidatura a cambio de la presidencia madrileña del partido. Ella se negó e hizo tiempo con una excusa familiar, explicando que tenía que acudir a recoger a sus nietos al cole. Tras pensar de nuevo, comunicó a Cospedal que se mantenía en la negativa. La presidenta manchega le comunicó entonces que «lo iba a hablar». A continuación, llamó a Aguirre el propio Mariano Rajoy, pasadas las siete de la tarde, solicitando de nuevo la renuncia a la presidencia local del partido. Esperanza replicó que era imposible, porque no se podría argumentar ante la gente. «Sé que un alcalde no suele presidir el partido, pero eso se cambia en un congreso democrático. Lo que no puedo tolerar es que me hagan las listas Manuel Cobo y Javier Arenas». Visto que no la convencía, Rajoy le confirmó que sería candidata al Ayuntamiento de la capital por el Partido Popular. Así las cosas, si la dama de hierro gana los comicios y gobierna Madrid, tal vez se podrá hacer un congreso de cambio, en el que ella no se presente a la jefatura local de la formación. Caso contrario, ella conservaría el poder. «Me dijeron que tenía que dejar la presidencia y como dije que no, por eso el comité electoral estuvo reunido tantas horas». Se trata de una lucha de titanes en la que Aguirre dice estar harta de medirse con quienes «no pasan por las urnas para mandar». Lo dice señalando lógicamente al partido. A su malestar contribuye la campaña de desprestigio de Ignacio González, encabezada por el diario «El Mundo» y a todas luces procedente de Génova. Fuentes del entorno de Aguirre califican de «bajeza» el movimiento. «Rajoy –aseguran– puede coger el teléfono y retirar a González sin necesidad de campañas, es el presidente y tiene el poder y el derecho, pero a la presidenta del PPM no le parece que los métodos hayan sido limpios». El malestar de Aguirre en antena vino azuzado por las informaciones de «El Mundo» y «El País» que daban por hecho que renunciaría al PPM. «Es una intoxicación –aclaró– yo le dije a Cospedal claramente que no».