Toni Bolaño

Un sueño desigual

Cataluña año 1000. Los condados de la Marca Hispánica le dan la espalda al Imperio Carolingio. Liberados del yugo y revestidos de fuerza (de las armas) ponen en vereda a los siervos libres propietarios de la tierra, que se quedan sin tierras y sin libertad. El Condado de Barcelona inicia su expansión por los territorios de la Cataluña vieja a golpe de unión dinástica o de represión y sometimiento. Los siervos libres se convierten en vasallos de una nobleza violenta. El conde se impuso. Consiguió sus sueños de grandeza. Otros, los perdieron.

Cataluña año 2013. La Cataluña moderna esta atravesando una fuerte crisis economica. El 8% de las familias están en el umbral de la pobreza –ingresando750 euros al mes–, centenares de críos no tienen una alimentacion adecuada –no hacen tres comidas al día–, se esta desmantelando la sanidad y la educación y el país esta bloqueado porque no puede acceder a financiacion. Su presidente sueña con la Cataluña del año 1000. Sigue por su camino de la transición nacional «porque nadie tiene derecho a frustrar el sueño de un país». Habla en nombre de todos los ciudadanos como si todos tuvieran el mismo sueño. La realidad es bien diferente. Mas impone sus sueños de grandeza. Muchos ciudadanos, por desgracia, los pierden sin que su gobierno, su presidente, haga absolutamente nada.

El presidente catalán ha renunciado a gobernar. No quiere, tan siquiera, negociar un nuevo sistema de financiacion. De hecho, bloquea cualquier negociacion. Su objetivo no es gobernar. Sólo le importa su sueño, muy parecido al de Ramón Berenguer. El conde aspiraba a tener todo el poder. Lo consiguió a costa de sus ciudadanos. Mas sigue el camino de su ancestro. Sólo piensa en su futuro. Rechazar cualquier solución es, como mínimo, una irresponsabilidad, porque aceptar la negociación sobre financiación no implica renunciar a nada y puede ayudar a superar la cruda realidad desigual. Pero, claro, eso sería tanto como reconocer que su sueño es sólo de grandeza.