Letras líquidas

«Simón dice»

Se ha normalizado esa apropiación del relato, atribuyendo a los votantes una voluntad que no es o no tiene por qué ser exactamente la que se les presupone

Puede que al leer el título de este artículo su mente se haya transportado unos cuantos años atrás e incluso es posible que haya visualizado un tablero circular con pulsadores de colores, tipo parchís, un artefacto bastante moderno para la era predigital en la que se popularizó. Y sí, en efecto, a aquel «Simón dice» me refiero: a ese juego en el que un niño ejercía de «Simón», hablaba en tercera persona y decía a sus compañeros lo que tenían que hacer. Busco en Internet y descubro que muchos pedagogos loan sus bondades y consideran que mejora la escucha activa, la atención y hasta la empatía.

Una diversión cotidiana en tantas infancias que yo, les voy a confesar, recuerdo en todas las jornadas que siguen a las citas electorales. No puedo evitar que una voz interior repita una y otra vez la frase en cuestión cada vez que escucho a algunos políticos defender su interpretación de los resultados en las urnas como si fuera una verdad única y revelada. Los catalanes han avalado la amnistía. «Simón dice». Los ciudadanos no quieren separatismo. «Simón dice». Los malos resultados de los partidos independentistas se deben a las políticas de distensión del PSOE. «Simón dice». Y todo ello, obviando, por ejemplo, que el PP, contrario a la medida de gracia, ha aumentado sus apoyos o que el retroceso del soberanismo pueda tener relación con la actuación y la fortaleza del Estado de derecho, con el hartazgo y la decepción o que responda a una mala gestión al frente de la Generalitat.

Pero, más allá de las conclusiones concretas tras el 12M, que son legítimas y de parte, lo llamativo es que se ha normalizado esa apropiación del relato, atribuyendo a los votantes una voluntad que no es o no tiene por qué ser exactamente la que se les presupone. Y esos análisis terminan por convertirse en la coartada que justifica los acuerdos o los no acuerdos posteriores. No estaría de más practicar la escucha activa a la que se referían los pedagogos porque, al final, el responsable del pacto, del bloqueo o de la repetición electoral, por mucha interpretación que haga, siempre será Simón.