Restringido

Una suite con vistas al exilio

El Hotel Majestic de Barcelona –desde cuyos balcones CiU celebra sus pactos y sus victorias electorales y, por descontado, las derrotas– ha bautizado a una suite con el nombre de Suite Machado (5.000 la noche), por el poeta que tenía el traje quemado por la ceniza de los cigarrillos. Llegó a la ciudad procedente de Valencia en abril de 1938, con su madre, Ana, su hermano José y la esposa de éste, Matea. No podía haber más tristeza. El Gobierno les buscó alojamiento en el Majestic, pero no le gustó. Anota su hermano (según Ian Gibson en «Ligero de equipaje»): «En este odioso ambiente de hotel, tan poco propicio a la soledad, pasó un mes. Allí, como en un ambiente de estación, pasaban, se cruzaban toda clase de personas conocidas y desconocidas, sospechosas». Ni por ésas. Vemos que la historia se construye a pesar de sus protagonistas. Luego lo instalaron en la Torre Castanyer, un palacete del siglo XVIII incautado a la marquesa de Moragas, donde encontró soledad y pudo fumar a placer con la ciudad a sus pies. No hace mucho, un médico rebatió la idea de que Machado murió de «pena» en Colliure: lo mató en el exilo el tabaco y el café. En el mismo mes de abril de 1938 en que Antonio Machado recaló en Barcelona, un periodista italiano afincado en la ciudad, G. Ruggiero, pedía a Mussolini la mediación para conseguir el fin de la guerra y la independencia para Cataluña. El historiador Arnau González sostiene que detrás de ese misterioso nombre se escondía Nicolau Rubió i Tudurí, delegado de la Generalitat en París. Luego, la historia se contó de otra manera y el embajador, que era arquitecto, pasó al callejero como el diseñador de los jardines más nobles de la ciudad. El diputado Tardà, de ERC, ha acusado a unos empresarios alemanes contrarios a la independencia de Cataluña de haberse enriquecido con el nazismo, pero sin querer nombrar a los nuestros, que tampoco les fue mal.