Elecciones Generales 2016
Victoria tranquilizadora
Ha sido una victoria muy tranquilizadora en un momento de zozobra por la suerte de España y por la suerte de Europa. Esta inquietud, tras el desenganche británico y la amenaza del conglomerado populista de UP, ha hecho reflexionar a muchos españoles que, en estas elecciones repetidas, han buscado un refugio seguro. Esto explica el triunfo indiscutible, a pesar de las campañas de desprestigio, del PP y de Rajoy, al que el resto de candidatos, aunque sólo fuera por cortesía, deberían haber felicitado ya. Pero para eso hay que tener respeto a la voluntad popular y finura democrática. Es el pueblo llano el que ha hablado y ha puesto las cosas en su sitio. Una parte del voto popular que en diciembre se había aventurado a apoyar a C’s ha retornado a casa ante el temor del zarpazo de la izquierda. El partido de Rivera ve cortado el vuelo y tendrá que reflexionar sobre política de pactos. Pero eso no explica del todo la fuerte subida del PP en votos y escaños. El mapa de España se ha cubierto de azul, salvo en Cataluña y el País Vasco, que acostumbran a ir a contrapelo. Significativamente el Partido Popular ha ganado hasta en Andalucía, el feudo de Susana Díaz. El hecho de que el PSOE, a pesar de todo, haya resistido mal que bien indica, en mi opinión, que los que dieron por muerto el sistema bipartidista en España puede que se precipitaran un poco. El PSOE se ha librado de verse adelantado por la izquierda. Sigue el problema aritmético para conseguir la investidura, pero parece claro que, si se atiende a la voz de las urnas, en el nuevo Gobierno debe estar muy presente el partido que ha ganado con holgura en votos y escaños las elecciones. Sin su colaboración activa, no puede haber reformas de calado. Con el porcentaje de escaños obtenidos, no sería descabellado un Gobierno en minoría con pactos puntuales.
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