Parlamento Regional
Vientres de alquiler
La Asamblea de Madrid ha vivido el primer episodio de rechazo de una iniciativa de C’s, partido que sujeta al Gobierno, apoyada por éste. El resultado se ha producido por el voto en contra de un diputado del PP y la ausencia del hemiciclo de otros dos diputados del mismo grupo. La cuestión que ha provocado esta situación ha sido la Proposición No de Ley de Ciudadanos para instar al Gobierno de España a que legisle en favor del reconocimiento legal en nuestro país de la posibilidad de que las mujeres puedan alquilar sus úteros para favorecer la gestación de hijos de terceras personas.
La suma de escaños que sostiene al Gobierno es de un diputado más de los que suman los grupos de la oposición, por lo que la ausencia de uno solo de esos diputados que sostienen la mayoría, acaba con ella. Sorprende que con esta delicada situación se haya planteado una iniciativa tan sensible como ésta, que afecta a las convicciones más personales y, por lo tanto, a la conciencia de cada uno de ellos, sin saber cual era la posición de todos los diputados del grupo. Más aún si tenemos en cuenta que se trata de una cuestión sobre la que la Comunidad de Madrid y su Gobierno carecen de competencia alguna, y no forma parte ni de los acuerdos de investidura, ni de los compromisos electorales del PP.
Las razones han podido ser, o bien un problema de coordinación y funcionamiento interno, o bien que se haya planteado la cuestión sin haberla contrastado previamente con los miembros del grupo; o que se les haya planteado en el último momento, con la iniciativa ya presentada, minutos antes de la sesión en la que se trataba y sin posibilidad de retirarla para forzar su apoyo; o bien que se les haya querido imponer el voto por encima de sus conciencias en un asunto que no formaba parte ni del programa electoral, ni de los compromisos políticos del PP.
El que fuera una materia sobre la que la Comunidad de Madrid carece de competencias, la inexistencia de reuniones previas en el seno del grupo para tratar el asunto, y la exigencia del voto favorable de los miembros del grupo en el momento previo a la celebración del Pleno de la Asamblea bajo amenaza de sanción grave, parecen indicar que son las segundas razones las que han dado lugar a este sonado incidente, pues el objetivo, al parecer, era sacar la iniciativa adelante como fuera, eludiendo para ello el debate en el seno del grupo parlamentario.
Cualquiera que haya sido la circunstancia que ha motivado este resultado, la percepción que se ha trasladado es preocupante, porque parece que al Gobierno le ha importado más el huevo que el fuero. Y el fuero, en este caso, no ha sido la defensa de los compromisos electorales o de los principios del PP, por cuanto que ninguno de los dos estaban en juego. El fuero era, simplemente, parecer más progre, más moderno, más avanzado que cualquiera que tenga ese marchamo. Por eso, el huevo era sacar adelante esta iniciativa como fuera, y de ahí el no medir ninguna otra cuestión y el no aceptar un resultado en contrario.
La absurda y ridícula por increíble afirmación de que sorprendía la posición común de estos tres diputados populares con Podemos, como los vaivenes posteriores quitando trascendencia a lo ocurrido, pero manteniendo la sanción económica a esos diputados, parece confirmar que se trataba más de una imposición para acentuar el perfil progre y moderno al que condiciona su acción el Gobierno, y al que trata de asociar su imagen, que una cuestión de fondo.
Es evidente que el asunto que se trataba es un asunto de fondo y muy delicado por que afecta a las convicciones personales y sobre el que no hay una posición política fijada por el PP. Por eso sorprende aún más que se haya querido imponer sin debate alguno y que se haya querido descalificar a estos diputados, presentándolos como una especie de antiguallas, cuando no como unos saboteadores que actuaban así por su «proximidad» a la anterior Presidenta del partido.
Creo que es una actitud injusta y una reacción torpe, tanto por la situación en la que se encuentra el grupo parlamentario y el Gobierno, como por la actitud leal y responsable que siempre han tenido los diputados del grupo popular. Y sobre todo, porque detrás de todo ello pudiera estar la tentación de imitar actitudes pasadas, cuando algún predecesor quiso dar prioridad a la construcción de una imagen personal, pretendidamente más progre que el resto del partido, pensando que así escapaba a la interesada y falsa imagen fachosa y trasnochada que siempre ha querido la izquierda construir del PP, y que a algunos tanto acompleja.
Ni el PP, ni sus cuadros, ni sus militantes, ni sus simpatizantes se merecen ni necesitan de eso. Las ideas, los principios y las convicciones, han sido y son lo suficientemente sólidas y contrastadas con los resultados de nuestra gestión que, solo con defenderlas con determinación y aplicarlas sin vacilación, conseguiremos contar con el apoyo que mayoritariamente nos han dado y nos siguen dando los ciudadanos. Y así garantizaremos la cohesión y la unidad de los nuestros.
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