Alfonso Merlos

¡Viva la confusión!

¿A qué juega el PSOE? ¿Lo saben sus militantes, sus cuadros, Rubalcaba, la ascendente Díaz, la vieja guardia hoy jubilada? Digámoslo claramente: el debate sobre el llamado por los cursis «encaje» de Cataluña en España está evidenciando que falta una idea clara de lo que la izquierda quiere hacer con una nación en la que –quizá sea el problema– no cree. Así de simple y de triste.

Escuchar a primera hora de la mañana al pobre Pere Navarro, avanzado el día a Óscar López y entrada la tarde a alguno de sus correligionarios en Andalucía es entrar en la esquizofrenia. ¿Han decidido sobre el derecho a decidir? ¿Están a favor o en contra o simplemente en tierra de nadie? ¿Por qué? ¿Temen confundirse con el Partido Popular? ¿También con la patriótica Rosa Díez? ¿Tienen más miedo todavía de situarse del lado del proyecto de Mas y Junqueras? ¿Qué hay detrás de esta loca confusión: la cobardía, la simple indefinición, la incompetencia palmaria y sonrojante?

En efecto, a estas alturas de la película son demasiadas las preguntas y escasísimas las respuestas en relación a lo que quieren hacer los tataranietos de Pablo Iglesias con cuestiones fundamentales que afectan a la nuestra integridad territorial. Es lamentable. Porque siguen representando a un tercio de nuestros compatriotas. Porque siempre es deseable en democracia que haya un partido, alternativa al que gobierna, que pueda tomar con solvencia las riendas del poder.

¡Quítense la venda de los ojos, camaradas rubalcabianos! Si no saben o no contestan a la pregunta «¿debe Cataluña seguir formando parte de España?», es que no saben de historia, ni de cultura, ni de política. Ni de lo capital: de este país, vertebrado a través de un Estado de derecho y un sistema de libertades que nos conviene preservar. A todos.