Cataluña

Vivir o sobrevivir

La crisis que le ha sobrevenido a la Sra. de Cospedal ha dado lugar a todo tipo de interpretaciones. Desde los que auguran malas consecuencias para el líder popular, porque aseguran que es un grave problema del PP, hasta los que han llegado a afirmar que es la mejor oportunidad que podía tener para liberarse de hipotecas.

En realidad, el Sr. Casado se está convirtiendo en un auténtico superviviente de la política, sale más o menos ileso de los problemas. El archivo por parte del Tribunal Supremo del asunto de su Máster, la huida definitiva de la Sra. Sáenz de Santamaría hacia el Consejo de Estado y la oportunidad de calentar su discurso en torno a la situación en Cataluña, son buenos ejemplos de ello.

La filtración de conversaciones y encuentros entre Cospedal y Villarejo han desatado las especulaciones sobre el futuro de la ex secretaria de los populares. Parece que son bastantes en su partido los que la dan por amortizada. El propio Pablo Casado ha guardado silencio desde el primer momento y eso, en lenguaje político, significa que la van a dejan caer y que cuanto menos dure el asunto mejor.

Los que ven el lado positivo a esta crisis, también se afanan en argumentar que si cae la ex ministra la dirección popular consigue un buen ariete contra la ministra de Justicia, aprovechando los tiempos judiciales que se avecinan con el asunto de Cataluña. Se basan en que su relación con el ex comisario sigue latente aunque no genere titulares todos los días.

Sin embargo, sobrevivir no es exactamente vivir y la política española se ha convertido en una prueba de lo primero, sin más objetivo que seguir en la carrera. El gobierno tiene que reponerse a las crisis de sus ministros, al sainete de los presupuestos, a tomar la iniciativa de exhumar los restos de Franco sin saber muy bien qué hacer con ellos, al rechazo del mundo empresarial e incluso a la desautorización del Vaticano. Todo un ejercicio de supervivencia.

Pero los Sres. Sánchez y Casado no son los únicos. Albert Rivera sigue calentándose con las brasas que dejan los independentistas y el Sr. Iglesias ha pasado a convertirse en el Wally de la escena política española, se le puede encontrar liquidando a los cofundadores de Podemos, en la cárcel de visita o reivindicando la caída de la monarquía.

Hace tiempo que se ha convertido en pura casquería, se escrutan concienzudamente las grietas de todos los protagonistas y se lo despedaza en la plaza pública.

Da igual la veracidad, la mancha en la imagen queda y deteriora con el tiempo, la grieta se puede encontrar en una tesis doctoral insolvente, en un trato de favor en un miserable Máster o en la presunción de piratear en las alcantarillas del Estado.

Todo tiene que ver con el pasado porque los líderes lo reviven en cada momento. Bien en las raíces decimonónicas y carlistas del independentismo, lo que ocurrió en el año 2009 en una comida con Garzón, en la calle Génova unos meses después o en la universidad Camilo José Cela en el 2012.

Nadie mira al futuro, nadie nos cuenta qué ve, cómo lo desea, quizá porque todos son incapaces de vislumbrar absolutamente nada, bien porque lo que toca es alimentarse del pasado para destrozar el presente o bien porque las personas más capaces y que podrían hacerlo, no están dispuestas a mancharse con la mugre.

Sea como sea, nadie sale airoso y con prestigio de la actividad política. Los que se quedan van liquidando enemigos, pero no deben autoengañarse y esperar para ellos un final diferente. Entre tanto, España sin futuro.