Madrid

Vox en el centro

Los electores penalizan a los partidos cuando sus líderes hacen giros inesperados. En cada momento anuncian lo que creen que les conviene y dan por sentado que los votantes lo olvidan o, al menos, no tendrá consecuencias.

La campaña de Ciudadanos en Andalucía tiene algunos elementos de riesgo. En unas pocas semanas, ha pasado de ser el firme apoyo del gobierno socialista andaluz a formar parte de la acorazada de ataque al PSOE.

El argumento para zafarse del socialismo andaluz es que llevan muchos años en el gobierno, es curioso que hace tan solo tres años facilitaron la investidura de Susana Díaz. En ese momento se declaraban de centro y dieron su apoyo a populares en Madrid y a socialistas en Andalucía.

Albert Rivera penetró en la escena política con un barniz de centro derecha y como una fuerza política dialogante, capaz de entenderse con todos. De hecho, llegó a firmar un acuerdo de investidura con el PSOE que, finalmente, se frustró en la votación parlamentaria.

La evolución de la formación naranja en los últimos meses le ha llevado hasta el enrevesado planteamiento de dar por seguro un acuerdo con el Partido Popular, a quien disputa el electorado conservador.

El mensaje de Ciudadanos, radicalizando sus posiciones, le sitúa en un espectro de voto muy conservador, la imagen de partido centrista es flor del pasado. Por otra parte, autoproclamarse la alternativa al PSOE es menospreciar la potencia electoral de los populares cuando, probablemente, el mayor voto oculto en Andalucía es dominio del Partido Popular.

La particular contienda entre naranjas y populares les ha llevado a ambos a aceptar de buen grado la posibilidad de recibir el apoyo de Vox. Sea cual sea la razón, lo que no han calculado es que el único beneficiario es la extrema derecha, que se ha convertido en el centro de la campaña.

Deberían prestar atención no tanto a lo que saca Vox, sino a cuántos diputados impide al PP y a Ciudadanos en los restos de votos por provincias. Además, muchos votantes conservadores pueden no sentirse cómodos ante el acercamiento al discurso de la extrema derecha.

El próximo domingo las urnas hablarán y situarán a cada uno en su sitio. Está por ver si Podemos y su discurso en negativo contra Susana Díaz, cargado de veto y rencor, les lleva a obtener los resultados que le pronostican los sondeos, España está cansada de resentimiento.

Sería la primera vez en su historia que se cumplen sus expectativas y el equipo de Pablo Iglesias, que va teniendo experiencia, no es excesivamente optimista.

Por la derecha, si se produjese sorpasso de Ciudadanos al PP, Pablo Casado se enfrentaría a un problema serio en el seno del PP. Es un líder cuestionado, cosa nada habitual en el PP y un varapalo le zarandearía internamente en exceso.

Pero si el PP resiste la embestida y se sitúa como primer partido de la derecha, será Ciudadanos quien pasará el calvario. Han elegido elevar a nacional el resultado andaluz y eso supone que el líder naranja se la juega.

Después, será difícil el papel que le queda al delegado de Albert Rivera, el Sr. Marín, que, si hace lo que dice en esta campaña electoral y los números se lo permiten, debería elegir entre forzar unas nuevas elecciones o apoyar al PP, que quedaría segundo. Ni que decir tiene que ese pacto lapidaría electoralmente a los naranjas en las próximas elecciones generales, que ya están a la vista.

Casado y Rivera se juegan su futuro, pero están forzando que también se lo jueguen sus partidos. Susana Díaz está jugando bien, no descarten una sorpresa.