El desafío independentista
Vuelta a la «normalidad»
Volver a la normalidad, en este caso, significa regresar del túnel del tiempo en el que hemos estado sumidos durante unos días, por obra y gracia de Franco y Sánchez. De haber seguido en esa regresión temporal, hubiera recordado los años 1965 y 1970, en los que Franco hizo jornada en Barcelona –mi ciudad–, pernoctando varios días en el Palacio de Pedralbes, para recorrer Cataluña en un clima de entusiasmo generalizado.
Como vivíamos en la Diagonal –entonces Avenida del Generalísimo, con perdón–, desde la terraza de casa veíamos pasar a menudo la comitiva oficial. También tuve ocasión de recorrer la ciudad esos días con varios amigos del colegio, para observar algo que para nuestra edad resultaba tan llamativo y atraía nuestro interés y curiosidad. Lo siento, pero esa es «mi memoria histórica», y quien tenga interés, que bucee en YouTube, repleto de testimonios al respecto.
Esta vuelta a la normalidad en Barcelona, ya sabemos lo que significa desde hace unos años. Comparándolo con lo que ha sido la vida en esta extraordinaria capital durante casi toda mi vida, hemos ido a peor, sin duda.
Ayer volvimos a las manifestaciones separatistas, y hoy afortunadamente tenemos una a la que le falta unidad pero que apuesta por la Barcelona que acogió al ingenioso hidalgo universal inmortalizado por Cervantes en su visita a la Ciudad Condal en 1610: «Barcelona, archivo de cortesía, albergue de los extranjeros..., y en sitio y en belleza, única».
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