Alfonso Ussía

Y al final, Cisneros

Bolinaga, «el enfermo oncológico en fase terminal», ha cumplido sus 124 días de libertad regalada. Los ha aprovechado. Come y chiquitea por Mondragón. Frecuenta las tabernas y gusta de visitar casi todas antes de sentarse a comer. Lo escribió Pemán. Para beber, en el norte se anda, en el centro se va y se viene, y en sur se para. Bolinaga anda con mucha soltura y aprovechamiento, y como todo enfermo oncológico en fase terminal ha engordado, se encuentra fuerte y ha agradecido el pasmoso favor que le hizo el Gobierno de España con una reflexión en voz alta que quizá el señor Fiscal podría apuntar en su apretada agenda: «Se que hice daño, pero no me arrepiento». Hijoputa.

La escoria de España se ha manifestado en Bilbao. Sería injusto escribir que la «escoria vasca» ha sido la manifestante. En aquellas tierras hay centenares de miles de personas inocentes, decentes y pacíficas. Bolinaga no acudió a la manifestación porque, según sus más allegados, estaba en la tercera fase de la cogorza, la que corresponde a la entonación coral con sus amiguetes de barra de los cantos regionales. Probablemente el «Pello Joxepe» que sobresale en la zarzuela «El Caserío» de Guridi. Pero sí se presentó Tardá en representación de Junqueras, el socio de Artur Mas. No estuvieron los más de doscientos mil vascos que se han visto obligados a instalarse en otras regiones de España con el único y respetable objetivo de salvar sus vidas. Pero ahí, entre esos miles de representantes de la basura española, se aplaudían los nombres de Pilar Bardem, Guillermo Toledo y Federico Mayor Zaragoza, entre otros. Muy edificante. Dos actores que nunca se han ocupado de las víctimas de la ETA –La Bardem entregó un ramo de rosas blancas a la abogada de los terroristas, Jone Goricelaya–, afanados en reivindicar a los asesinos. Tampoco extraña en Guillermo Toledo, violento agitador de piquetes y amante de Hamás, la facción terrorista palestina. Mayor Zaragoza se quedó en Madrid con sus medallas.

«15483- Decreto 1740/1975 de diecisiete de julio, por el que se concede la Gran Cruz de la Orden de Cisneros, al excelentísimo señor don Federico Mayor Zaragoza.

En atención a los méritos y circunstancias que concurren en el excelentísimo señor don Federico Mayor Zaragoza, y a propuesta del Ministro Secretario General del Movimiento, VENGO a concederle la Gran Cruz de la Orden de Cisneros.

Así lo DISPONGO por el presente Decreto, dado en Madrid a diecisiete de julio de mil novecientos setenta y cinco. FRANCISCO FRANCO. El Ministro Secretario General del Movimiento, JOSÉ SOLÍS RUIZ. Boletin Oficial del Estado , dieciocho de julio de 1975».

Resulta complaciente este Decreto de Franco publicado en su último 18 de julio. El anterior Jefe del Estado sabía ya, por aquellas fechas, que le quedaban muy pocos meses de vida. Y no quería dejar pasar la ocasión de premiar a sus más fervientes leales. El señor Mayor Zaragoza se emocionó con hondura durante el acto de la imposición, y la verdad, es que no acabo de comprender porqué este artículo finaliza con la Gran Cruz de la Orden de Cisneros. Por algo será, pero en este momento, no doy con el enigma.