Elecciones autonómicas
Ya es 26, ¿estáis ahí?
Hace 24 días que se consumaba la fallida investidura de Rajoy. Esa tarde-noche pareció abrirse un periodo en el que los principales actores políticos cubiertos por el lodo y con el reloj ya en marcha hacia terceras elecciones fiaban el siguiente acto a este «día después» de los comicios gallegos y vascos. Pero cuando la tensión se desborda la estrategia da paso a movimientos tácticos desesperados. A Podemos le explotó el globo entre las forcejeantes manos de Iglesias y Errejón, mientras que Sánchez, acosado por la expectativa de otro descalabro en su currículum, tuvo que adelantarse convocando –antes de que se lo hicieran convocar– un comité federal al que pedir luz verde para volver a intentar el número de la cabra previo control de daños en el minisanedrín de hoy con su guardia pretoriana.
Pues bien, ya está aquí el «26-S», esa fecha a partir de la cual podría o debería iniciarse un proceso de desbloqueo que unos fían a un golpe de mano en las filas del de enfrente –es inexplicablemente monumental el desconocimiento en el seno del PP respecto al «ADN» socialista– y otros a una reedición del pacto contra natura a tres, en pos de una quimérica «mayoría de cambio» que en realidad sólo busca sacudirse el estigma de la responsabilidad por el bloqueo y de paso no descuadrar las cuentas de un presumible aumento de expectativas en esas elecciones que «no se desean».
Este lunes de resaca y reposicionamientos viene a confirmar unos interrogantes aclarados en la misma noche de ayer con inevitable recorrido político en el Estado. De entrada, Núñez Feijóo seguirá entregado a corresponder a la confianza de los gallegos tras la nueva mayoría absoluta, pero el momento post-Rajoy, aún por llegar porque todavía no toca, tiene en el presidente de la Xunta ese «plus de calidad» que dan los votos y que tanto valora la militancia ávida de referentes que ganan batallas en el frente y no en los despachos. La atalaya del líder gallego destacará con luz propia cuando haya que dirigir miradas a futuros horizontes políticos.
Confirmado el nuevo «castañazo» socialista –y dando por sentado que el PNV de Urkullu seguirá en Ajuria Enea con la muleta del PSE y ponderando de qué forma corresponderá a ese apoyo, si sumándose al proyecto Frankenstein o tal vez liberando a Sánchez de presión facilitando la continuidad de Rajoy en la Mon- cloa–, es ahora cuando tendrá que desentrañarse otro gran interrogante ligado a la llave maestra que abre o cierra el camino a terceras elecciones. Sánchez ya ha demostrado que tiene en forma de conejo y chistera un plan que difícilmente le llevaría a la Moncloa, pero sí a su continuidad al frente del PSOE; son los críticos a su gestión quienes deben mover ficha –ahora sí– confirmando si tienen un plan de envergadura y cuál es su cabeza visible, porque al tiempo de los golpes de pecho se le pasó ya el arroz. Hoy el boomerang galaico regresa a Madrid y va a golpear en alguna cerviz.
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