Rota
Yankees please stay
A pique de mudarse de la Casa Blanca, la última decisión del Premio Nobel de la Paz fue enviar dos bombarderos B-2 invisibles a radares para asesinar a ochenta combatientes enemigos en un país soberano. Dale duro el moro levantisco, Barack. El mundo teme a Donald Trump, investido ayer emperador global en Washington, pero difícilmente empeorará la ejecutoria de su antecesor. La última patada al Derecho Internacional del pacifista Obama contiene además una novedad tecnológica que afectará de forma dramática a sus aliados del Sur de Europa. Los aviones atacantes, en efecto, partieron desde el aeródromo de Whiteman (Misuri), pegaron sus petardazos en Libia y regresaron a su base 30 horas más tarde. Sin recargar combustible, ni siquiera mediante esos repostajes en vuelo que suele realizar la US Air Force en algunas misiones. El vicepresidente de la Junta de Andalucía, Chiqui Jiménez Barrios, exigió (¡!) al nuevo presidente estadounidense recién electo el mantenimiento de los puestos de trabajo en los recintos militares de Rota y Morón, ahora más en entredicho que nunca al comprobarse con fuego real la capacidad de los americanos para defenderse sin necesidad de establecerse aquende el Atlántico. Si la administración Trump respeta el ideario aislacionista de su líder (Dios no lo permita), dos localidades andaluzas quedarán sumidas en la miseria y, lo que es peor, el resto de miembros de la OTAN deberá asumir sus responsabilidades. ¡A ver qué tanto se asustan los malos de Daesh si los bombardeamos con los cuatro cacharros que languidecen en Tablada! Los tontitos de las pancartas «Yankees go home» eso sí, estarán contentos. Aunque habrá que aguantar los lloriqueos de Teresa Rodríguez cuando la tasa de desempleo de su pueblo se multiplique por dos.
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