María José Navarro

Yo, Leonor

Miren que me había propuesto estar mudita como Belinda. Miren que después de hacer la Comunión me había dicho a mí misma: nena, cállate un poquito. Miren que me confieso los domingos, que rezo por la noche lo de las cuatro esquinitas, que tengo un Niño Jesús en la mesita de noche que me persigue con los ojos por toda la habitación. Pues nada, esta familia se empeña en tirarme de la lengua. Porque de la Comunión no he dicho nada, pero creo que en las asambleas de Podemos se gasta más dinero. Ni una manga de farol, ni una pamelita, ni un vestido de vuelo se dignaron a ponerme. Menos mal que mi madre se hizo ondas de esas antiguas en el pelo, porque si no los fotógrafos lo hubieran pasado mejor trabajando en un pozo mura. Yo pensé que haríamos fiesta para festejar el primer año que lleva el abuelo desatao, pero tampoco. Yo propuse proyectar «Cocoon» en una pared y luego un cuadro sinóptico con los viajes y restaurantes que ha pisao el abuelo estos meses, y que el cuadro lo hiciera un ingeniero espacial porque no se crean que es pequeño el tour, pero no se me hizo caso. Una pena porque la Ruta Quetzal se queda en ná al lao de lo del yayo. Eso sí, de aquí en adelante, debería pasarse por China. Alguien debe ir a desmentir que el primo Pipe le haya faltado al respeto a esa gente y nadie como el abuelo para hacerlo. Gasto va a hacer, eso por descontado. Y además es campechano, que es una cosa que hace una gracia grandísima. Que yo quería estar mudita, pero es que no hay manera, oyes.