Pedro Narváez

Yo soy de LA RAZÓN

Lo peor del luto de ayer fue comprobar que hay quien cree, desde aquí, que Europa merece el castigo porque, como los guardia civiles cuando los desangraba ETA, algo habrá hecho esta civilización maltratadora. Aunque nos pese, en España se manifiestan sin pudor chiflados que piden perdón por nada. Ven muertos por televisión más allá de la frontera y flagelan a sus vecinos como si ellos hubieran apretado el gatillo, extremistas que inmolan sus palabras contra los inocentes. Terrorismo verbal que aun así puede expresarse porque les ampara la libertad que desprecian. Imbéciles que añoran a Robespierre. La foto de la unidad de los franceses hubiera sido la de la discordia en Madrid porque la culpa la tendría nuestra política exterior o que la Iglesia no haya cedido la Mezquita de Córdoba. España lucha contra sí misma, lo que abre un gran agujero, una equidistancia tenebrosa por donde se colará tarde o temprano el fanatismo y la mordaza. Por eso no sólo no hay que dar un paso atrás sino mojarse hasta las cejas, como hace este periódico, por principio y hasta el final. Más que la islamofobia, el problema de Europa es que no se cree a sí misma, sus raíces, la tradición individualista, y eso desnuda nuestra decadencia ante los bárbaros. Los que piensan que pueden amaestrar a la fiera sólo con no pisarle la cola acabarán entre sus fauces haciendo su propia digestión entre hilillos de sangre. Pocos momentos hay para sentirse orgulloso de estar en una trinchera y éste es uno de ellos. Yo soy Charlie, yo soy de LA RAZÓN, yo soy, piense lo que piense, libre.