Opinión

¿Conciliación y política?

Uno de los principales debates en la opinión pública de estos últimos años ha sido la conciliación familiar y profesional de los trabajadores en el ámbito privado

Alex Cortés

Uno de los principales debates en la opinión pública de estos últimos años, y que ha generado la implicación de todos los partidos políticos en la búsqueda de soluciones, ha sido la conciliación familiar y profesional de los trabajadores en el ámbito privado. No obstante, es un asunto de compleja solución, dado que suele llevar a conflicto a patronales y sindicatos, sin llegar a lograrse acuerdos transversales.

El por qué la conciliación está tan presente en el debate público no es mera casualidad, sino que se enmarca en las actuales tendencias socioculturales, que predominan no sólo en nuestro país, sino cada vez más en el mundo entero. Los ciudadanos cada vez somos más conscientes de que el tesoro más valioso de nuestra vida es nuestro tiempo, y a qué se lo dedicamos. La nueva realidad social que se vive en nuestro país -en la que se da mayor valor a la calidad de vida, a la salud mental, o al equilibrio familiar y laboral- hace en definitiva se traduzca en un cambio de concepción de que “el trabajo tiene que ser para vivir y no se puede vivir para trabajar”.

En la actual legislatura, PSOE y Sumar han suscrito un acuerdo para reducir la jornada laboral desde las actuales 40 horas semanales hasta las 37,5 horas efectivas de trabajo, con la finalidad de equipararnos a la jornada laboral media europea (Eurostat, 2022). Desde el PP se ha anunciado un nuevo plan de conciliación que entre otras medidas, incluye gratuidad de la educación de 0-3 años con carácter universal o un banco de horas individual de cada trabajador y por empresa. Incluso se ha abierto la puerta a reducir en determinados sectores los días laborales. Sin embargo, la baja productividad que tiene España, situándola a la cola de los países de la UE, hace que sea complicado realizar una reducción de jornada laboral. No obstante, sí se percibe como desde el ámbito político se está dando respuesta a esta demanda para mejorar las condiciones laborales y para promover una mayor productividad en el trabajo.

Otro ámbito sobre la conciliación del que apenas se ha hablado y del que habría que preguntarse si verdaderamente existe, es en el ámbito político e institucional: ¿Nuestros diputados, asesores o miembros del Gobierno pueden conciliar su vida laboral con su vida personal? Es una pregunta complicada de responder porque la lógica laboral que aplica en una compañía -horario laboral de 8,5h diarias como máximo- no aplica en el ámbito público. En la política no hay horarios preestablecidos. ¿Esto puede ser excusa para no poder conciliar? La respuesta debería ser que no. Una gran parte de personas que se dedican a la política (y de todos los partidos políticos) expresan tajantemente que estar en la vida pública “supone grandes sacrificios personales y familiares’’ y que en muchos casos puede llegar a ser un verdadero problema. Sin embargo nunca ha trascendido a la opinión pública esta cuestión. Existe un gran bulo que está extendido entre la sociedad de que “los políticos no trabajan” y la realidad es muy diferente: en la gran mayoría de casos sí que lo hacen y en muchos casos, con una dedicación absoluta y a tiempo completo durante los 7 días de la semana (entre las actividades institucionales y las orgánicas de partido) que hace muy difícil conciliar con la vida familiar.

El principal problema deriva en que (aún) no existe ningún tipo de legislación específica para promover la conciliación en este ámbito. Un ejemplo de ello es que a día de hoy, los diputados y senadores no tienen derecho a permiso de maternidad o paternidad, ni a baja por enfermedad ya que son puestos insustituibles. El Congreso sí que permite el voto telemático para determinados casos y se ha ido actualizando la normativa.

Los decisores públicos deberían de ser los primeros -y ser ejemplo en la sociedad- de compromiso con la conciliación familiar y profesional. Porque ellos no deberían de renunciar a cumplir su vocación de servicio público y a la vez poder disfrutar de tiempo de calidad con su familia o sus amigos, a poder ser padres o madres. La opinión pública debería de poner el foco en esta cuestión tan relevante y que lleve a reflexionar sobre la conciliación en la política, para promover políticas que mejoren la calidad de vida de nuestros cargos públicos. Y así también mejorar España.