A pesar del...
La condición de Warren
Proporciona la clave: para lograr este bonito Gobierno de progreso, el coste político de la amnistía lo han de pagar «todas las partes»
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, está recibiendo todas las críticas por la amnistía, ampliadas tras la bochornosa foto con Puigdemont. Pero sospecho que aquí hay trato y también truco. Ese truco es la condición de Warren.
La amnistía no obedece al interés de España sino al del propio Warren y su banda; también es obvio que premiará a unos delincuentes independentistas no arrepentidos. En consecuencia, y al revés de lo que pregona la izquierda, «si algo promueve la amnistía es la separación, no el reencuentro», como denunció FAES esta semana.
Ahora bien, si Warren no es bobo, y no lo es, aquí falta algo.
Odón Elorza, con fama de tener criterio propio en el PSOE, dentro de lo que cabe, dio la pista esta semana en su blog y en conversación con Carlos Alsina en «Más de Uno» en Onda Cero. En su blog empieza diciendo: «De entrada deberíamos preguntarnos de qué amnistía hablamos». Paren las máquinas, y observe usted el truco, señora.
Lo había deslizado antes Zapatero, también con Alsina, al decir que cuando Warren hablaba de inconstitucionalidad de la amnistía, la cosa pasaba por el «tipo de amnistía». Y usted que creía que una amnistía era una amnistía, señora. Pues, no.
Tras el Comité Federal, ya Elorza es más claro. Reconoce la evidencia: «la amnistía se retoma por pura necesidad de hacer viable la investidura». Como sabe que esto es impresentable, y que será un coste para el PSOE, insiste en la fábula de que «es el precio a pagar para lograr investir a un Gobierno que siga promoviendo políticas de progreso y cierre el paso a la involución que proponen PP y VOX». También sabe que no es suficiente, y entonces proporciona la clave: para lograr este bonito Gobierno de progreso, el coste político de la amnistía lo han de pagar «todas las partes».
Ahí está el truco, esa es la condición de Warren, a saber, que la Ley de Amnistía no condene al Estado, sino que reconozca que el procés «fue contrario al Estado de Derecho», y que al mismo tiempo sus protagonistas desistan «de la vía unilateral, en favor del diálogo, el mutuo acuerdo y siempre en el marco de la Constitución».
Y, señora, por favor, no sea usted cándida. Ni Cándido.
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