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Eleuteria

¿Cuál era el objetivo de la Ley Montero?

Parecería, pues, que la ley «Sólo sí es sí» descasa sobre un enfoque antipunitivista. Pero si es así, ¿acaso la rebaja de penas no es lo que se buscaba?

La ley «Sólo sí es sí», la Ley Montero, ha posibilitado hasta el momento la rebaja de penas de más de 400 agresores sexuales. No es necesario reflexionar en este momento sobre si la responsabilidad de esas rebajas reside en la redacción de la norma o en su mala aplicación por parte de los tribunales.

El objetivo de esta columna es otro: ¿hasta qué punto cabe considerar que esta rebaja de penas es un efecto no buscado, una consecuencia no intencionada, de los promotores de esta pieza legislativa? En principio, uno podría pensar que no, que el Ministerio de Igualdad, controlado por Podemos, no ambicionaba una rebaja generalizada de las penas. Tales fueron las declaraciones de Irene Montero en el Congreso, cuando todavía no había arrancado esta cascada de revisiones de condenas: «No se conoce una sola reducción de penas y no se va a conocer: es propaganda machista». Parecería, pues, que la ministra de Igualdad rechazaba por entero que tales rebajas de penas llegaran a materializarse.

Asimismo, Ione Belarra, secretaria general de Podemos, también ha reiterado en muchas ocasiones que el espíritu de la norma no es bajar penas: «Estamos ante una incorrecta aplicación de la ley “Sólo sí es sí” que ha llevado a rebajas de penas por parte de una minoría de los jueces. Quiero insistir en esta idea: es una minoría de jueces la que está aplicando de manera incorrecta la ley».

Sin embargo, este pasado fin de semana, en un acto organizado por Podemos y entre aplausos de Montero y Belarra, Victoria Rosell, una de las coautoras de la ley, dijo lo siguiente: «El punitivismo es una trampa, porque el punitivismo es más violencia. Y nunca hemos arreglado la violencia con más violencia. El feminismo nunca ha sido punitivista. (…) Imponer una pena muy alta a un agresor individualiza el problema (…) no hace que el problema sea social (…) cuando una política sólo puede proponer más penas, es una política de pena».

En ese mismo acto y en esa misma línea antipunitivista se expresó la feminista Irantzu Varela: «Nos están vendiendo una historia que no va con nosotras. El punitivismo no es un discurso feminista. Nosotras no queremos que se pudran en la cárcel para siempre (…) porque de la cárcel los violentos y machistas sólo salen más violentos y más machistas. Nosotras queremos justicia feminista».

Parecería, pues, que la ley «Sólo sí es sí» descasa sobre un enfoque antipunitivista. Pero si es así, ¿acaso la rebaja de penas no es lo que se buscaba?

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