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Izquierda disfrutona y costosa

La izquierda es así: disfrutona y costosa. Pero disfruta ella y descarga los costes sobre el pueblo

Leí hace ya tiempo esta noticia en Público: «Sumar propone que la jornada laboral termine a las 18:00 para poder disfrutar de la vida». Es un precioso resumen de lo que significa la izquierda: siempre presenta medidas supuestamente en favor de los ciudadanos y siempre ignora los costes que pagan esos mismos ciudadanos.

No olvidemos que el socialismo es el rey de las utopías. Los liberales nunca prometieron el paraíso, los socialistas sí lo hicieron, y desde sus mismos orígenes. El propio Marx aseguró en «El Capital» en 1867 que el socialismo mejoraría la vida del pueblo y solo perjudicaría a «un puñado de usurpadores». Y a mediados de la década de 1840, incluso antes de «El Manifiesto Comunista», Marx y Engels aseguraron en «La ideología alemana» que bajo el socialismo no existiría la alienante división del trabajo capitalista, con lo cual viviríamos en un mundo idílico donde por la mañana trabajaríamos en el campo y por la tarde seríamos violinistas.

Y así siguiendo hasta Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas y no ha dejado de insistir todo el rato en lo bien que vive la gente gracias al gobierno progresista, culpando a los ricos con sus Lamborghinis. Como dice el tango: mentira, mentira. El socialismo siempre ha sido un bulo, y no solo en sus variantes más criminales de las revoluciones comunistas sino también en sus fábulas socialdemócratas pretendidamente apacibles.

En España, Warren ha crujido a los trabajadores y a la clase media con más impuestos, regulaciones y prohibiciones. Gracias a Dios, sin embargo, parece que el número de crédulos disminuye, mientras que aumenta el de irritados por el contraste entre las cifras estupendas y la mediocre realidad del empobrecimiento generalizado y lo inasequible que resulta la vivienda, encarecida por el mismo intervencionismo que la izquierda asegura que todo lo resuelve. En esa línea se inscribe Díaz, que prometió a los autónomos «los mismos derechos que para el resto de los trabajadores y la misma protección», a los mismos autónomos a los que este Gobierno progresista ha maltratado como ningún otro.

La izquierda es así: disfrutona y costosa. Pero disfruta ella y descarga los costes sobre el pueblo. Al parecer, sin embargo, no podrá hacerlo indefinidamente, sobre todo si hay democracia, ya se sabe, separación de poderes, jueces, periodistas, y demás antiguallas liberales.