La situación

Cuando Ayuso quiso matar a Sánchez

«Lanzado el percal a la opinión pública, el objetivo era que los hinchas se quedasen con la copla»

La vicepresidenta primera, ministra de Hacienda y candidata del PSOE a la Junta de Andalucía; la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, portavoz del Gobierno y candidata a la presidencia del gobierno de Aragón; y el ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, y candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid se lanzaron en plancha: ¡qué bien sonó esa noticia a sus oídos! Un capitán de la malvada Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, que ahora trabaja para la malvada Comunidad de Madrid, mostró su deseo de poner una bomba lapa al presidente del Gobierno.

La ¿noticia? aparecía en una web a la que Moncloa tiende a dar fiabilidad, bien porque sus publicaciones provocan simpatía en las cercanías del poder, bien porque el poder facilita a la web esas publicaciones tan simpáticas, que tanto monta.

La especie circuló con entusiasmo adolescente por diversos círculos progubernamentals, y esos ministros pluriempleados y algún portavoz más del partido del Gobierno trompetearon el artefacto, con el sabroso aliño que suponía la presencia latente de Isabel Díaz Ayuso. El razonamiento salía solo: un guardia civil de la UCO quiere matar al presidente, ese guardia civil ahora trabaja para Ayuso, luego Ayuso quiere matar al presidente.

Que la ¿noticia? fuese falsa, ¿a quién le importa? El guardia civil bromeaba con la posibilidad de que la bomba lapa se la pusieran a él, no al presidente. Pero, lanzado el percal a la opinión pública, el objetivo era que los hinchas se quedasen con la copla. Y, si no llegan a asumirla como cierta, algo quedará, como en el refrán de la calumnia: si el guardia civil de Ayuso no ha dicho que quiera matar al presidente será porque no le han pillado diciéndolo, pero seguro que lo piensa, y Ayuso, también.

Cuando pase el tiempo y las aguas se calmen (si tal cosa llega a ocurrir), miraremos hacia atrás y nos preguntaremos, entre otras muchas cosas, cómo fue posible que todo un presidente del Gobierno de la Nación se empeñara durante todo su mandato en confrontar con una simple presidenta autonómica.