Editorial

Un debate por la dignidad de la Nación

Núñez Feijóo, así lo ha dicho, viene a defender la igualdad y la convivencia en libertad de todos los españoles. Probablemente le costará el gobierno, pero es lo que un demócrata debe hacer

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, no sólo da por descontada su reelección, sino que se permite desdeñar los esfuerzos negociadores del vencedor de las elecciones y llega a insinuar, con cierta jactancia, que el debate de investidura de hoy en el Parlamento es una pérdida de tiempo para los españoles. Sin embargo, nunca un debate en la sede de la soberanía nacional es una «pérdida de tiempo», mucho más cuando lo que está en juego no son dos modelos de entender la gobernación de España, sino la amenaza latente contra los fundamentos constitucionales de la Nación. Porque no cabe otra explicación que sostenga la seguridad del secretario general socialista en que reunirá los votos necesarios para continuar en La Moncloa que no provenga del acuerdo con los partidos nacionalistas y la cesión a sus exigencias de amnistía y, tal vez, de la celebración de una consulta que reconozca el derecho de autodeterminación. De lo contrario, nos hallaríamos ante un caso alarmante de aventurerismo político o, lo que quizás es peor, del acto de quien sabe que no va a cumplir sus compromisos. No tendrá hoy una tarea fácil el candidato a la investidura, Alberto Núñez Feijóo, pero será una tarea gratificante para un político al que las circunstancias le han puesto en la tesitura de defender la dignidad de la Nación y el respeto a sus leyes. De ahí que el líder del Partido Popular no hablará hoy en nombre de los ocho millones de españoles que le concedieron su voto el 23 de julio, sino de todos aquellos votantes que rechazan el desistimiento frente al discurso mendaz y excluyente de un separatismo que niega la igualdad de todos los ciudadanos y a los que, por cierto, en ningún momento el candidato socialista advirtió de hasta dónde pensaba ceder con tal de conservar el poder. Porque, incluso, haciendo un esfuerzo para dar algún valor a términos tan huecos como «gobierno progresista» o «mayoría social», con los que justificar el engendro, cabe preguntarse qué otra cosa ha cambiado en España, que no sea su ambición personal, para que aquellos a quienes Sánchez denominaba delincuentes y prometiera conducirlos a la Justicia, sean ahora víctimas de la judicialización del «conflicto político» con Cataluña. Esa es la cuestión fundamental que se debate, la legitimidad de la democracia española que se pone en duda, y no debería perder el tiempo el líder popular con el habitual argumentario de los independentistas, que será cantado a cinco voces, ni con la dialéctica marxista de la extrema izquierda ni con las verdades alternativas que caracterizan el discurso del secretario general del PSOE. Núñez Feijóo, así lo ha dicho, viene a defender la igualdad y la convivencia en libertad de todos los españoles. Probablemente le costará el gobierno, pero es lo que un demócrata debe hacer.