Mirando la calle

El dinero saudí

«El fútbol ya no es un juego, ni un deporte sino un negocio donde vale todo, empezando por que Arabia Saudí compre lo que quiera»

La Federación Española de Fútbol ha contradicho la versión de las mujeres de los futbolistas del Mallorca a la salida de la semifinal en Arabia Saudí contra el Madrid. Denunciaron acoso por parte de un grupo de aficionados que «las tocaron, las grabaron sin su permiso e hicieron comentarios sexuales desagradables». Algunas de ellas han señalado que, como iban con sus hijos, el incidente fue doblemente angustioso. Cualquiera puede imaginarse la situación en un país como Arabia Saudí, donde se persigue la libertad de expresión, están cercenados los derechos de los inmigrantes, las mujeres, las niñas y los homosexuales, existe la pena de muerte e incluso el derecho a un medioambiente saludable es impensable… Pero la Federación Española de Fútbol que sabe lo que se juega (y nunca mejor dicho) ha decido reinterpretar la situación, negar el acoso y asegurar que las mujeres, pobrecitas, lo confundieron con «agobio». Bueno, era de esperar. Poderoso caballero es don dinero. Y una Federación que ha aceptado 40 millones anuales de Arabia hasta 2030, como pago a sus tragaderas, es capaz hasta de cambiar la realidad, con tal de no perder sus ganancias. El fútbol ya no es un juego, ni un deporte sino un negocio donde vale todo, empezando por que Arabia Saudí compre lo que quiera: voluntades, a los deportistas que exponen motivos irrisorios para aceptar sus ofertas y hasta a defensores de la cultura europea frente a la islámica, que, con los saudíes, hacen una excepción. Es curioso, a unos y otros les aterra que los musulmanes pobres cometan sacrilegios contra nuestros derechos, pero no les importa que lo hagan los emperadores del dinero. Y son ellos quienes pueden modificar nuestra sociedad y devolverla a esos tiempos pasados contra los que agitamos las banderas y pretendemos mostrarnos firmes… La contradicción es consustancial al ser humano, máxime cuando hay intereses. Y aquí los hay. Para la Federación, los deportistas, los empresarios y tantos privilegiados cómplices, que aún desean ver más abultados sus bolsillos. «Yendo, les cambiaremos», se justifican. Pero no, nos cambiaran ellos a nosotros… Ese es el peligro que se cierne sobre nuestras cabezas a costa del dinero, capaz, siempre, de desbaratarlo todo.