En la media noche de hoy llega a su fin el plazo que Ciudadanos puso encima de la mesa para cerrar el acuerdo de investidura y votar «sí» a Rajoy. «El tiempo se acaba», avisó Girauta en una de esas comparecencias con las que el partido naranja pretendía escenificar que ha sido un hueso duro de roer y nada esponjable. Bien. Las formaciones están en su derecho de trazar sus estrategias, también las mediáticas, como consideren oportuno. Pero el meollo del asunto, lo que nos importa a los españoles, es que los partidos se esfuerzan para cerrar un compromiso serio y que parece existir una voluntad real de llegar hasta el final para dar al país la certidumbre que necesita. En ese sentido, las posturas parecen cada vez más próximas. El PP entregó a Ciudadanos su contrapropuesta económica al filo de la una de la madrugada de ayer, como pedía el partido de Rivera, y las cifras han cobrado ya el protagonismo que se pretendía. Hay también diferencias, por ejemplo en las reformas institucionales, pero no deberían ser motivo suficiente para hacer zozobrar un acuerdo que los españoles necesitan. Por lo que sabemos, hay muchos más motivos para sellar el pacto que para no hacerlo. Y si faltara un último empujón, Mariano Rajoy y Albert Rivera deben asumir esa responsabilidad. Esos 170 «síes» que se pueden sumar en favor de un Gobierno de Rajoy necesitan al PSOE. Sería incomprensible que se enrocara en el bloqueo. Que a día de hoy Sánchez esté más interesado en que las terceras elecciones no sean en Navidad que en que no se celebren es un desatino.