Finanzas

Draghi abre el grifo a chorro

El Banco Central Europeo (BCE) no defraudó ante las expectativas generadas en torno a su paquete de medidas no convencionales para amortiguar las presiones deflacionistas y alentar el crecimiento de la economía comunitaria, que adolece de una debilidad inquietante. Más bien, las superó, con el aliciente de que Mario Draghi, su presidente, dejó la puerta abierta a nuevas decisiones si son necesarias. Toda una declaración de intenciones de la entidad monetaria europea de que no permitirá ni un paso atrás en la recuperación y que responderá con firmeza a toda amenaza o coyuntura adversa. El arsenal planteado por el BCE responde a esa voluntad. Además de bajar los tipos de interés en la zona euro en diez puntos básicos, hasta el mínimo histórico del 0,15%, el propósito central de todo el amplio abanico de medidas aprobadas es impulsar el crédito a las empresas y a los hogares. O, lo que es igual, «vitaminar» un sistema renqueante abonando el tejido productivo y las economías domésticas. Se contemplan dos operaciones de liquidez a largo plazo por 400.000 millones de euros condicionadas a que los bancos presten exclusivamente a las empresas y a las familias. El BCE ha aprendido la lección de anteriores programas de financiación bancaria en 2011 y 2012 que no lograron estimular el crédito porque las entidades dedicaron ese dinero fundamentalmente para la compra de deuda pública. En esta ocasión, las especificidades y limitaciones de los planes están cargadas de razones. Las cifras no engañan. La realidad, por ejemplo, es que el consumo de los hogares se encuentra estancado en la eurozona, cuando el gasto de las familias representa nada más y nada menos que el 57% de su PIB. Es sustancial también que el BCE haya decidido recortar el tipo de interés por el que presta dinero a los bancos por un día y la tasa de interés por la que remunera el dinero a un día, así como penalizar a los bancos por depositar su dinero en su ventanilla. El objetivo, claro, es inyectar liquidez, indispensable para fortalecer el músculo económico. En ese sentido, la prórroga de la barra libre de financiación bancaria es otro instrumento notable que sirve a ese mismo fin. Es significativo, por lo demás, que el Gobierno, en la figura del ministro Luis de Guindos, hubiera ya demandado e incluso vaticinado, desde hace tiempo, esta estrategia no convencional por parte del BCE. En ese sentido, puede darse por satisfecho en cuanto a que son iniciativas adecuadas que están dirigidas a dinamizar la actividad y la demanda interna, además de a contener la apreciación del euro, lo que favorecerá nuestro ya pujante sector exterior. Draghi ha hecho los deberes y está dispuesto a más. Que el BCE abandone de una vez por todas la actitud dontancredista de otros tiempos implica asumir la responsabilidad que se le supone.