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Bruselas

El descontrol belga nos afecta a todos

La Razón
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Los reiterados fallos de seguridad de las autoridades belgas en la lucha contra el terrorismo yihadista –que ha convertido los barrios de mayoría musulmana de Bruselas y otras ciudades en centros de organización, captación y refugio de los comandos que operan en toda Europa– pueden tener, por supuesto, explicación en las peculiaridades internas de un país con sus dos comunidades lingüísticas profundamente divididas, en que tiene seis cuerpos de Policía diferentes sin un mando único que los coordine y con una legislación que restringe al máximo las medidas de prevención. Sin embargo, no pueden ser justificados en modo alguno por cuanto afectan directamente al conjunto de la Unión Europea. De poco sirven los esfuerzos de cooperación, el establecimiento de líneas de intercambio de información policial sensible y el refuerzo de los controles de las fronteras exteriores si un país como Bélgica, en el que residen las principales instituciones europeas, es incapaz de aplicar las políticas de prevención más elementales. La puesta en libertad, por ejemplo, de un individuo que había sido identificado por la Alcaldía de Bruselas como reclutador de yihadistas y predicador de la guerra santa requiere, cuando menos, que los socios europeos exijan un cambio profundo en la estrategia de seguridad del Gobierno belga.