Caso Auditorio
El PSOE insiste en el error
Aunque el archivo por parte de la Fiscalía del Tribunal Supremo de la denuncia presentada por el PSOE contra el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ya estaba descontada por todos lo medios jurídicos solventes, es preciso detenerse en la rotunda argumentación del auto, que se basa en el carácter prospectivo de la misma –mera presunción– y en la ausencia de hechos que la sustenten. Es decir, las características de una acusación temeraria con desprecio a la verdad por intereses puramente partidistas. De ahí que sea mucho más grave que la presentación de la denuncia en sí –ejemplo nítido de manipulación de la Justicia con fines espurios– la reacción de los socialistas ante la decisión de la Fiscalía, a la que, insistiendo en el menosprecio de la verdad, acusan de «mirar para otro lado», en las propias palabras de su portavoz en el Congreso, Antonio Hernando. Todo este asunto, en el que, no lo olvidemos, se han puesto en tela de juicio la honorabilidad y la probidad de un miembro del Gobierno de España, tendría un pasar, que no justificación, si los autores no formaran parte de un partido como el PSOE, de larga y decisiva trayectoria en la conformación del Estado democrático y al que todavía se le supone alternativa de gobierno. Dice muy poco del actual secretario general, Pedro Sánchez, y su equipo que hayan caído en una triquiñuela de tan poca altura institucional para buscar el desgaste del adversario a cualquier precio. No están, precisamente, los tribunales españoles holgados de medios y faltos de trabajo como para tener que perder horas y esfuerzos en asuntos que tienen otros cauces perfectamente definidos en nuestro sistema parlamentario, que fue donde el titular de Interior aclaró completamente lo sucedido. Y, asimismo, no ayuda a calmar la preocupación que sienten muchos ciudadanos ante la deriva que está tomando el PSOE –que en las últimas elecciones municipales y autonómicas cosechó sus peores resultados en las urnas desde la Transición– hacia posturas populistas y radicales. Porque no todo vale en política y un partido como el PSOE, al que se presupone la centralidad, no debería actuar como la izquierda demagoga. La manipulación de la Justicia, conscientemente, puesto que entre los cuadros socialistas hay juristas que saben muy bien cuales son los límites de la imputación, es un hecho grave que, además, siempre se vuelve contra sus autores. Pedro Sánchez debe considerar si la búsqueda de llamativos titulares de prensa compensa la sensación extendida entre los ciudadanos de que lo único que parece contar para la oposición es el exabrupto, la constante exageración de hechos y circunstancias de carácter menor y la descalificación, rayana en la injuria, de quienes no piensan lo mismo. Es decir, el estilo de Podemos.
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