Fondo de Liquidez Autonómico
El sueño del «proceso» con una «moneda paralela» al euro
El consejero de Economía, número dos de la Generalitat y líder de la independentista ERC, Oriol Junqueras, ha multiplicado recientemente sus encuentros con el Gobierno central y ha abierto una vía de interlocución con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. El motivo no es desbloquear la situación política provocada por el anuncio de que el «proceso» alcanzará sus objetivos en 18 meses –para los que sólo queda un año–, sino asegurar 1.600 millones de euros de préstamos a largo plazo. Un muy loable y realista objetivo. Existe un informe favorable del Ministerio de Economía para realizar esta operación, pero la última palabra la tiene el ministro de Hacienda, como debe ser. Es decir, a pesar de la dependencia financiera que la Administración catalana tiene del Estado, la Generalitat sigue cegada en un plan independentista que sólo llevará a la bancarrota al conjunto de la sociedad catalana, y se supone que también a las mentes preclaras que la dirigen. La puesta en marcha de las «estructuras de Estado» ha llevado a la elaboración de un proyecto para crear una moneda propia para Cataluña. En realidad, se trata de una «moneda catalana digital» –según la denominación acuñada por la Asociación Promotora Eurocat–, que tiene la misión de «abrir un camino de soberanía financiera ante la falta de soluciones financieras en Cataluña». Lo que esconde este tipo de moneda es un profundo euroescepticismo. El conservador John Major, que sucedió a Margaret Thatcher, ya propuso una «moneda electiva», además de la propia del país. Este sistema fue paralizado por Jacques Delors, el entonces presidente de la Comisión Europea. Sin embargo, la propuesta que ya tiene encima de la mesa Oriol Junqueras va más allá de los mercados de trueque, del dinero electrónico o «bitcoin». Se parte del principio de que la asfixia financiera de Cataluña está propiciada porque su aportación a las arcas del Estado es superior a lo que recibe, algo que ha sido rebatido. El Banco Central Europeo sólo contempló la posibilidad de una doble moneda en un escenario tan catastrófico como el griego, que se quedó sin dinero y empezó a pagar a sus funcionarios con pagarés. Aquellos «dracmas», como estos «eurocats», no servirían para paliar los verdaderos problemas: pagar el petróleo o las deudas de las empresas. La Generalitat debería dejar de pensar en soluciones monetaristas que no están a su alcance, ni competencias, y que obligarían a sus propios ciudadanos a mantener la moneda, preludio de todo desastre. La realidad es otra muy distinta y debe enfocarse de manera seria y manteniendo lo más lejos posible a los economistas patrióticos. La deuda de la Generalitat alcanza los 76.610 millones de euros, el 36% del PIB. Tras la declaración del Parlament de Cataluña, el pasado 9 de noviembre, con la que se ponía en marcha el proceso de «desconexión», la deuda se incrementó en un solo trimestre. Según el Banco de España, el grueso de la deuda de la Generalitat son los 43.243 millones que debe a los fondos estatales de rescate, por lo que el Estado es el principal acreedor de Cataluña, con un 60% del total. Por último, la agencia de calificación Moody’s ha bajado un escalón el «rating» de Cataluña y ha mantenido la «perspectiva negativa», a pesar incluso del apoyo del FLA. Insistimos: ésta es la realidad y para plantear soluciones a esta crisis es necesario que al frente de la Generalitat estén políticos con sentido de Estado y, de ser muy difícil, al menos con sentido común.
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