Elecciones generales

Sánchez busca un gobierno con Podemos para salvar la cabeza

La Razón
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Los últimos movimientos políticos del secretario general socialista, Pedro Sánchez, con su acercamiento a los nacionalistas catalanes y la exclusión de Ciudadanos de las reuniones exploratorias con los populistas, no albergan otro propósito que la conformación de una mayoría de izquierdas que le aúpe a La Moncloa, aunque sea a costa de romper los acuerdos con Albert Rivera y de desobedecer las directrices del Comité Federal de su partido. Un cambio de estrategia en el que la cuestión menos importante es el papelón jugado por el líder de la formación naranja, que queda fuera de juego, sino las implicaciones que tiene para el futuro de la nación la hipótesis de un Gobierno débil, apoyado por la extrema izquierda y por los partidos que pretenden la ruptura territorial de España. Porque no es posible llamarse a engaño: sin la aquiescencia de los separatistas es improbable que Pedro Sánchez pueda no sólo superar un nuevo intento de investidura, sino también llevar a cabo una labor de Gobierno sin indeseables hipotecas. No obstante, es también la oportunidad para que el sector más moderado del PSOE, que es perfectamente consciente de los riesgos para la supervivencia electoral de la socialdemocracia española de un pacto como el que prepara Pedro Sánchez, haga oír su voz con nitidez y se imponga frente a los intereses personales de su candidato que, en este caso, no parecen coincidir con los del partido. Es, pues, la hora de que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, dé un paso adelante y evite la consumación del error. Porque si Pedro Sánchez, en un cálculo muy arriesgado, piensa que las dificultades internas que atraviesa Podemos, sumadas al descenso en las expectativas de voto de Pablo Iglesias que registran todas las encuestas, acabarán por forzar a los populistas a ceder en sus mayores exigencias, corre el riesgo de equivocarse. Incluso la repetición de las elecciones se presenta como mejor opción para los populistas que firmar un acuerdo de Gobierno en el que sus bases no visualicen a Pablo Iglesias como ganador. Lo mismo reza para el separatismo catalán que, por más que esté inmerso en una profunda crisis política y económica, sacaría réditos nada desdeñables de su apoyo implícito al candidato socialista, los cuales le ayudarían a camuflar su fracaso ante los ciudadanos catalanes. Pero es que, además, la supuesta debilidad coyuntural de Pablo Iglesias, presionado por los sectores de su partido dispuestos en lo inmediato a tocar poder, no parece tal. De hecho, ha sido Pedro Sánchez quien ha tenido que hacer la primera cesión de fondo al violar el acuerdo con Albert Rivera quien, entre otras condiciones, impuso la presencia conjunta del PSOE y Ciudadanos en todas las reuniones con otros partidos, tanto a nivel de líderes como de equipos negociadores. Del desahogado «tengo 130 escaños» con el que Pedro Sánchez se atribuía una supuesta victoria electoral sobre el Partido Popular a excluir a sus socios de las conversaciones con Izquierda Unida y Podemos, no han transcurrido ni dos semanas. El grave error político cometido por el PSOE al excluir de antemano de cualquier acuerdo al vencedor de las elecciones del pasado 20 de diciembre comienza a pasar factura, una vez que el manido señuelo de «todos contra el PP» no ha funcionado para neutralizar el órdago de Pablo Iglesias.