El fantasma de una nueva recesión toma cuerpo

China, el Banco Central Europeo y Alemania coincidieron ayer en los anuncios de medidas de estímulo para conjurar la amenaza, cada vez más seria, de una nueva recesión financiera y económica de alcance mundial. El gigante asiático, embarcado en una guerra comercial con Estados Unidos, pretende compensar la caída de su sector exterior elevando el consumo interno.

La UE, con Alemania, inyectará capital en los mercados mediante la compra de bonos e, incluso, de deuda de empresas privadas por arte del BCE, además de incentivar el crédito bancario, incrementando los intereses de los depósitos.

Más allá de la virtualidad y eficacia que tengan este tipo de actuaciones en el conjunto de la economía, lo cierto es que demuestran que el fantasma de la recesión está tomando cuerpo y que, por lo menos, hay conciencia del peligro que afrontamos.

Pero, sin duda, el origen del problema no podrá atacarse con medidas exclusivamente financieras. Es de naturaleza política y tiene mucho que ver con el olvido de las reglas básicas que rigen el libre mercado. Porque los desequlibrios comerciales no se corrigen mediante el artificio de los aranceles y las trabas, sino desde la competencia en libertad.