Podemos
El harakiri de Podemos
La capacidad autodestructiva de algunas formaciones resulta extraordinaria. En el caso de Podemos, se mueven en un virtuosismo claudicante en el que la guerra de vanidades amenaza ya seriamente no sólo la credibilidad de los morados, sino su supervivencia. Al modelo de las mareas, que era ya disgregagor y poco coherente, se han sumado los caudillos regionales que han querido socavar el liderazgo de Pablo Iglesias no en las urnas de un congreso, sino a empellones a deshora en tiempos revueltos. Teresa Rodríguez, que se ha esforzado desde hace tiempo en laminar la cohesión de Podemos desde su taifa anticapitalista, ha dado una punzada más en el costado de Iglesias con la decisión de concurrir con sus siglas de Adelante Andalucía en las próximas elecciones generales con el propósito de lograr un grupo andaluz en el Congreso. En realidad, su meta es apartarse de la disciplina de la dirección nacional hasta cuestionarla para heredarla en un ejercicio de deslealtad notable. Aseguró ayer que la candidatura no es «para romper, es para sumar». Excusatio non petita... El partido de los círculos se presentará el 10-N hecho jirones envueltos en una ensalada de siglas fruto de un proceso de descomposición que Pedro Sánchez y el PSOE celebrarán como nadie.
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