Top Mantra

Emigrar

No se les ofrece futuro, sino un presente asistencial sórdido y provisional que, así y todo, ya quisieran muchos españoles de origen

No hay –como piensan algunos que malpiensan–, ningún interés «en repoblar Europa con africanos». Al menos, cuesta creerlo. El verdadero incentivo detrás de la inmigración abrumadora que «(a)traen» a España es económico. Transportan personas aquí, y luego al resto de Europa, mediante movimientos de población tan brutales que se pueden comparar con los que realizaba, en tiempos, el mismo Stalin. El motivo de tales traslados masivos es meramente monetario: mafias delincuenciales acometiendo una operación que completan organizaciones extra gubernamentales con afinidades ideológicas con el poder. Entre todos han montado un negocio multimillonario para transferir «industrialmente» personas desde África a España, con la connivencia «de los de arriba», a quienes señalan las fuerzas de seguridad cuando les interpelan por «su inacción» ante estas sucesivas avalanchas de seres humanos sin futuro que entran. Han convertido a las personas «migrantes» en clientes involuntarios: en esclavos embaucados. Basta repasar las cifras de subvenciones que reciben del Estado, para darse cuenta de que han transformado la inmigración en una sustanciosa «industria» dirigida por traficantes «de almas». Debe haber pocas cosas más satisfactorias que hacerse millonarios mientras se regodean pensando que «salvan a la humanidad», como les dicta su ideología, extemporánea pero siempre lucrativa… África está llena, por cierto, de cientos de millones de seres humanos, mayoritariamente jóvenes de sexo masculino, ansiosos por llegar a esta tierra prometida. España, después Europa. Aquí, al arribar, los que llevan el negocio les ofrecen una limosna y «tabula rasa» respecto a su pasado: «No importa quién seas, tu edad, lo que hayas hecho… Por venir, te regalamos estos misérrimos billetes, una nueva identidad, mantas, comida de pobres, alojamiento nocturno…». No se les ofrece futuro, sino un presente asistencial sórdido y provisional que, así y todo, ya quisieran muchos españoles de origen. O nacionalizados, esto es: los que llegaron antes y que ahora son españoles de pasaporte, pero que se encuentran en esa zona borrosa de miseria oscilante, con picos agudizados de pobreza, que anega al país. (El negocio «de la caridad» va como un cohete).