Escrito en la pared

¿Empobrece España a los catalanes?

El curso de la economía es indefectible y cuando, dentro de un mercado nacional, una región pierde peso, otras lo ganan

El otro día, con motivo de la manifestación independentista del 11-S en Barcelona, Mónica Roca, presidenta de la Cámara de Comercio, declaró que «España nos empobrece a todos los catalanes». Esta afirmación es obviamente un exceso verbal con el que se sugiere que, si Cataluña fuera un país soberano, entonces sus habitantes serían mucho más ricos que ahora. Y en ese ahora, que abarca los últimos años, ciertamente, esa región ha experimentado un retroceso relativo con respecto al conjunto de España. Pero ello no es un efecto de estar en España, sino más bien de querer abandonarla, generando así incertidumbres y polémicas que son muy negativas para los negocios y para el bienestar de la población.

Estos procesos de retraimiento económico en términos comparativos han sido muy bien estudiados, tanto teórica como empíricamente, por la economía de la secesión. Lo que nos dice esta disciplina es que la ruptura de relaciones que implica la independencia conlleva una reducción de los flujos comerciales y de capital que, de manera ineluctable, conduce a una pérdida de capacidad económica que puede durar bastantes años. Los procesos de este tipo se dan también en los casos en los que no se ha logrado, pero sí se ha intentado, incluso por vías legales, la separación. Así que no nos puede extrañar que Cataluña entre en esta última categoría y, desde que inició su «procés» separatista, acompañado de deslocalizaciones de empresas y otros fenómenos paralelos, haya visto mermado su liderazgo económico en España.

El curso de la economía es indefectible y cuando, dentro de un mercado nacional, una región pierde peso, otras lo ganan. Así que, en general, los españoles no hemos visto menoscabado nuestro nivel de vida por las veleidades secesionistas del nacionalismo catalán; pero, en un juego de suma cero, para los catalanes ese empeño ha tenido ya un coste en forma de pérdida de bienestar, valorado en 1.384 euros por habitante y año, como ha demostrado Ferran Brunet en su «Economía del separatismo catalán». Ese coste podría llegar a multiplicarse por cinco si se alcanzara la independencia. Así que, señora Roca, no es cierto que España empobrezca a los catalanes. Para ello, se bastan ustedes solos pugnando por abandonar España.