El periscopio

Los peligros del "pato cojo"

Piérdase toda esperanza de que el gran líder tire la toalla. Y mucho menos, que sus socios de coalición, Yolanda Díaz en cabeza, acompañen sus falsos berridos con un abandono de las prebendas del poder

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece ante los medios de comunicación para hacer balance del curso político, a 28 de julio de 2025, en Madrid (España). Esta fotografía ha sido realizada utilizando la técnica de doble exposición. 28 JULIO 2025 Eduardo Parra / Europa Press 28/07/2025
Pedro Sánchez, durante su balance del curso políticoEduardo ParraEuropa Press

En los círculos políticos veraniegos ha tenido un gran impacto la magnífica entrevista publicada en este periódico a Gonzalo Boye, defensor del fugitivo Carles Puigdemont. Una exclusiva en toda regla de nuestro compañero Diego Rodríguez Veiga, que alberga muchas claves ante el envenenado escenario institucional. Boye, un letrado de colmillos afilados, astuto, experto en chapotear en muchos charcos jurídicos conflictivos, anuncia mensajes sibilinos y duros contra Pedro Sánchez que, como bien opinan en el PP, son un claro aviso al presidente del Gobierno.

Más allá de la habilidad del abogado de Puigdemont, jugador avezado entre bambalinas para unos y otros, lo cierto es que en el entorno del expresidente fugitivo aseguran que está bastante harto de Sánchez, se siente engañado y no tolera, ni de alto, que el gran vencedor de esta situación sea el actual presidente de la Generalitat, Salvador Illa. Aunque los populares se desmarcan en público de cualquier aproximación a Junts, la política, como bien dijo Manuel Fraga en aquella famosa frase heredada del primer ministro británico, Winston Churchill, «hace extraños compañeros de cama».

«Acentúa tu cojera», le dijo la poderosa e intrigante Livia Drusila a su nieto Claudio para garantizarse los poderes del Imperio Romano. Y solo así, el endeble, tartamudo y patizambo Claudio pudo sortear las conjuras que se llevaron por delante a Tiberio y Calígula mientras él se hacía con el trono. Viene ello a cuento de que Pedro Sánchez actúa como un César y por mucho que ahora se vea acorralado, sin leyes, sin Presupuestos y con un cerco de corrupción impensable en cualquier país democrático, no está ni mucho menos acabado. Es el mensaje que trasladan desde La Moncloa y que, con una estrategia bien definida, piensan incentivar a partir de septiembre.

En su refugio de La Mareta, un veraneo vergonzante propio de un faraón que nos cuesta un ojo de la cara a los españoles, muchos de ellos sin poder pagarse una semana vacacional, medita cambios en su equipo, pero sobre todo rellena una agenda oficial plena de visitas al exterior, cumbres internacionales y seminarios europeos. «Si aquí dentro no salgo, fuera me la envaino», comenta un ministro sobre los planes futuros del presidente. Por tanto, piérdase toda esperanza de que el gran líder tire la toalla. Y mucho menos que sus socios de coalición, Yolanda Díaz en cabeza, acompañen sus falsos berridos con un abandono de las prebendas del poder.

"Si aquí dentro no salgo, fuera me la envaino", comenta un ministro sobre los planes futuros del presidente

Pero atención. Lo ha definido muy bien el secretario general del PP, Miguel Tellado: «Un perro herido es muy peligroso». Hete aquí la clave. Pedro Sánchez está malherido, pero no muerto. El «pato cojo» que dice Gonzalo Boye ya tiene cita y foto concertada a la vuelta de vacaciones en Londres con el premier británico, Keir Starmer, y le seguirán otros líderes europeos.

Su mente maquiavélica no cesa y en estos días, en La Mareta, se reúne el llamado Triunvirato canario. O sea, José Luis Rodríguez Zapatero, Salvador Illa y el propio Sánchez maquinan movimientos para resistir. Los peligros son evidentes, asaltar las instituciones, controlar a medios críticos, vulnerar el Estado de derecho, falsear las cifras económicas, nuevas cesiones a los independentistas y, por supuesto, el «tú más» contra el PP en los temas de corrupción.

Hay que temer las reacciones del «sanchismo» porque, según cuentan algunos ministros en privado, desde la entrada en la cárcel de Santos Cerdán, al presidente se le ve tenso, malhumorado, y ni siquiera comparte con ellos el tradicional aperitivo que se sirve en Moncloa antes de la rueda de prensa posterior a la reunión del Gabinete. Cuidado.

En un rincón de Andalucía, a primera hora de la mañana, desayunan un grupo de empresarios importantes. Comentan la ausencia de Presupuestos sobre la mayor fragilidad parlamentaria de la democracia y se preguntan: «¿Cuánto resistirá Sánchez?». En efecto, esta es la gran pregunta de la semana, que recorre con fuerza los círculos políticos y económicos del país tras la última afirmación del presidente: «España va como un cohete, los indicadores económicos nos avalan», asegura tan campante.

Pese a las estocadas del fugitivo Puigdemont el presidente del Gobierno piensa que Junts no le hará caer. «Todo lo que hace es en clave catalana, Puigdemont utiliza Madrid para debilitar a ERC y acusarla de haberse vendido al PSOE», opina un ministro del entorno más cercano a Pedro Sánchez. Así, la estrategia de «El Puchi» pasa por hacer la vida imposible al Gobierno, a diferencia de sus eternos adversarios republicanos.

Pese a las estocadas del fugitivo Puigdemont, el presidente del Gobierno piensa que Junts no le hará caer

No obstante, en la corte de Waterloo no están muy satisfechos. «Puigdemont se siente engañado, sabe que la amnistía puede congelarla Europa y el cupo es una cantinela que no va a salir, pero le da alas a Illa». Evidente, el gran beneficiado de la situación mientras Junts sigue en retroceso electoral. El debate dentro del partido neoconvergente es enorme.

En el PP piensan que los acontecimientos se van a precipitar y que los nuevos informes de la UCO sobre la trama de corrupción pueden ser demoledores para el PSOE. «Le quedan cuatro meses», opinan algunos empresarios. «Le quedan siete vidas», ironizan otros. El dilema persiste. Un dirigente del PP, presente en la reunión, puso la guinda al debate: «Sánchez está como Alicia en la novela de Lewis Carroll, o sea, en su País de las Maravillas». Pues eso. Acorazado en La Mareta, ajeno a la realidad, sin pisar la calle, el «pato cojo» aterrizará en unas semanas como víctima y no villano. El relato y la propaganda de sus corifeos están servidos.