Letras líquidas

Un enfoque (real) para la violencia de género

Percibió como un mal específico la violencia de género cuando nadie la identificaba: y lo hizo mucho antes que la ONU o las sociedades más avanzadas.

Escribió su primera novela negra diez años antes de que Agatha Christie lo hiciera. Su objetivo era superar al mismísimo Conan Doyle y demostrarle cómo se construía un texto policíaco. Así fue como creó Emilia Pardo Bazán al detective Ignacio Selva e inauguró un género en la literatura española. No fue la única innovación que aportó la gallega. Poco se puede añadir sobre su modernidad, que no se haya dicho ya, pero es de justicia reconocerle el mérito (entre muchos) de ser pionera en detectar y plasmar en sus escritos un drama invisible y al que ella dio un nombre: mujericidio. Percibió como un mal específico la violencia de género cuando nadie la identificaba: y lo hizo mucho antes que la ONU o las sociedades más avanzadas.

Lo cierto es que un siglo después de que lo relatara Pardo Bazán aún es una de las grandes lacras contemporáneas. Y es así, no solo por la individualidad de cada uno de los casos, sino por la dramática tozudez de las estadísticas. Esta misma semana hemos conocido una del Consejo General del Poder Judicial: 45.154 mujeres víctimas en el primer trimestre de 2023. Un 11,54 por ciento más que hace un año y un cuatro por encima de los últimos tres meses de 2022. Cifras para la reflexión y que conducen a varias conclusiones. La primera obliga, directamente, a refutar cualquier teoría negacionista que amenaza la conciencia común afianzada tras décadas de pedagogía social y alerta de los riesgos, más que evidentes, de embarrar en teorías conspiranoicas una cuestión tan sensible. Si las agresiones machistas se reducen al ámbito de la pugna partidista, urge una apuesta clara por reconducir el debate público y devolverlo a los términos en que se desarrollaba no hace demasiado tiempo, cuando mereció uno de los siete Pactos de Estado sellados en nuestra democracia.

Junto a la vertiente política, ineludible, las cifras obligan al análisis más realista de esta violencia: el de la ayuda a las víctimas. Además de insistir en la importancia de la denuncia, paso previo e imprescindible para que la maquinaria de protección se ponga en marcha, resulta clave un reconocimiento a quienes se enfrentan a este drama sin ambages y con proyectos como el de «La Morada Housing First», que cuenta con el apoyo de la «Fundación La Caixa», y que cuida y atiende a mujeres sin hogar víctimas del machismo. Pionero en Europa, es tan novedoso y cuenta con unos resultados tan prometedores que ya se intenta emular en Italia y otros países. Diagnósticos certeros y proyectos innovadores, como los de Pardo Bazán: vanguardia española contra la violencia de género.